El prestigioso músico electrónico Fennesz presenta sus
remixes de las sinfonías de Mahler como el plato fuerte del Ciclo de Música
Contemporánea.
Sábado 19 a las 20hs en la
sala AB del Centro Cultural San Martín.
Entradas gratis desde las
18hs.
Por Jorge Luis Fernández
Dichosos quienes recuerdan.
Durante los años noventa, hubo un género vagamente catalogado como
“electronica” (sic) por la prensa inglesa, que se vaticinaba como sucesor del
rock. Sabemos que tal cosa no ocurrió, pero un disco que capturó la atención de
todos fue el disparador de algo que aún mueve tendencias. Punta de lanza del
entonces flamante sello vienés Mego (cuyo dueño, Peter Rehberg, alias Pita,
inauguró con su fascinante Seven Tons for
Free), Hotel Paral.lel (1997)
incluía armonías que convivían con frecuencias casi insidiosas y pasajes casi
melódicos, todo balanceado a la perfección por un intérprete que, para mayor disonancia
en la escena, procesaba su guitarra por una laptop para crear universos
sonoros. Casi veinte años después, Fennesz debuta en Buenos Aires con Mahler Remix: su remezcla de las
sinfonías de Gustav Mahler a través de medios digitales; un espectáculo
audiovisual que contará con proyecciones en vivo del artista Lillevan y que se
propone como la función estrella de la XX edición del Ciclo de Música
Contemporánea.
“El proyecto Mahler fue
una comisión del Austrian Cultural Forum de Nueva York y se remonta a 2002”,
explica el vienés en comunicación con La Nación vía e-mail. “La idea quedó en
el freezer por un buen tiempo, pero en 2011 se retomó a propósito de las
celebraciones por el centenario de la muerte de Mahler. Así fue como empezó
todo. Fui invitado para crear un audiovisual, hice la remezcla de las sinfonías
y el espectáculo debutó finalmente en el Mahler Festival de Viena.”
Típico centroeuropeo alto,
rubio y delgado, cuyo pelo largo y guitarra a cuestas lo emparentan más a un músico
de metal que a los lookeados
intérpretes de electrónica con laptops, el revisionismo de Christian Fennesz se
remonta a las deconstrucciones de “Paint It Black” de los Stones y “Don’t Talk
(Put Your Head On My Shoulder)”, de los Beach Boys, incluidas en el EP Plays. El agua es un elemento central de
su estética; en tanto núcleo evocativo e inspiración, es la corriente de su
flujo electrónico. Endless Summer
(2001), el álbum que lo catapultó fuera de Europa, exuda el hedonismo
nostálgico de sus veranos en Bali, practicando surf y escuchando por radio a
los Beach Boys (de ahí el título del álbum, epónimo del greatest hits del grupo de Brian Wilson). Como contracara, Black Sea (2008) es un álbum igual de
fascinante pero más inescrutable, resultado de sus múltiples capas de guitarras,
procesadas y laminadas.
“Endless Summer fue un álbum acerca de la memoria, de los veranos, de
aquello que queda en la mente como una evocación o una pérdida”, describe el
músico. “Es, básicamente, una colección de canciones de amor. Black Sea, por el contrario, resultó una
experiencia mucho más oscura, pero en términos técnicos y de producción es
posiblemente mi trabajo más complejo.”
Si algo distingue a
Fennesz es la condensación de elementos absolutamente dispares. Su música puede
ser estridente pero cuidadosa, siniestra pero amistosa, ascética pero –una
faceta que se ahonda con el tiempo– sinfónica. Venice, su álbum de 2004 (y su salto a las esferas del pop ultra cool, por contar con la voz de David
Sylvian en “Transit”), incluye todas estas cualidades. “Circassian” pone en
primer plano y casi desnuda, por primera vez, a la guitarra eléctrica. Capas de
cuerdas procesadas en laptop simulan la marea que sube y baja a una góndola
mágica como en un sueño fatuo; máscaras venecianas infiltradas en Las mil y una noches. “Laguna” es una
auténtica curiosidad, un raro estudio de guitarra que evoca a un imaginario
demo de Spinetta en la era Kamikaze. Los
detalles impresionistas se condensan en una foto del sobre interno: el reflejo de
uno de esos edificios que flotan estoicos en el Gran Canal, rasgado por
elementos inapropiados (un camión, un árbol, vía Photoshop) y las ondas del
agua.
“Venice estuvo obviamente inspirado en la ciudad”, comenta Fennesz.
“En especial, la influencia provino del sonido de Venecia. Es una ciudad que
tiene un sonido distinto a las demás. Viví en un departamento allí durante
varias semanas, mientras grababa el álbum, y recuerdo que al abrir las ventanas
y escuchar gente hablar no entendía de donde venía el sonido. Podían estar a
500 metros, o quizás en la puerta de al lado.”
Para Mahler
Remix, la obra que se presentará en Buenos Aires, Fennesz tomó fragmentos
de las sinfonías de Gustav Maher, las remixó de un modo peculiar y las dispuso en
cuatro movimientos –apropiadamente, la edición 2015 del sello Touch imprimió
cada movimiento en cada una de las caras del doble LP–.
La obra arranca con un segmento del famoso adagietto
de la Quinta Sinfonía (curiosamente –o no–, el mismo que eligió Visconti para Muerte en Venecia), ralentizado hasta alcanzar
una emotividad y extrañeza que lo conectan con The Sinking of the Titanic de Gavin Bryars. El segundo movimiento cruza fragmentos sinfónicos
con procesos de laptop, causando un oleaje sonoro por momentos melódico, granular,
que cierra con bellos acordes de guitarra. La parte 3 crea atmósferas
nocturnas, brumosas y rematadas en tristes orquestaciones mechadas por
cataratas digitales. La cuarta, un epílogo perfecto, es una avalancha de
recortes corales saturada por el delicado ruido digital que sólo Fennesz puede
lograr, y acaba retomando el melancólico motivo de guitarra invadido por coros
y ruido blanco. En suma, la obra es un salto cuántico desde la glitchedelia (psicodelia de “glitches”,
errores digitales) que Fennesz ayudó a consolidar en los noventa.
¿Qué
creés que posibilitó tu evolución desde los días de Hotel Paral.lel y la escena vienesa de artistas nucleados por el
sello Mego?
Después de Hotel
Paral.lel tuve la impresión de que tenía que hacer algo nuevo. Me pareció que
era hora de salir de la estética de clicks
& cuts para adentrarme en algo más melódico, incluso tradicional; algo que
también fuera producido en la laptop, pero basado en memorias de la música que
escuchaba por FM en los años setenta. De todos modos, me siento orgulloso de Hotel Paral.lel y de haber participado
en la escena Mego, que era bastante punk para la época.
¿Cómo
fue el proceso de selección de fragmentos entre los movimientos de las diez
sinfonías de Mahler?
Básicamente, recorrí toda su obra sinfónica y
tomé partes aquí y allá, siempre a la busca de material que pudiera funcionar
en un remix. Desde luego, yo soy un compositor muy inferior a Mahler; lo único
que puedo hacer es una simple interpretación de su complejo trabajo, y del modo
más respetuoso posible. No soy capaz de producir catedrales musicales como él
pero sí, quizás, puedo construir una gran muralla sonora.
Originariamente publicada en parte en el diario La Nación