Paiuk, Gabriel/ Vives, Hernán. Cuerpo. Música Actual CD 002, Buenos Aires. 2001. Improvisación.
Grabado en mayo y agosto de 2001 en Buenos Aires.
Improvisaciones en una clave baja, más bien sorda, que por momentos bordea el silencio. Hasta cierto punto, los esfuerzos de Hernán Vives y Gabriel Paiuk comparten esa aproximación al sonido que, a partir de la década del ’90, se define con etiquetas tales como “reduccionismo”, “onkyo”, “lowercase music” o “EAI (Electroacoustic Improvisation)”. Pero no hay que extender en exceso el parentesco. Vives y Paiuk no reniegan de los pasajes más ruidosos ni están obsesionados por la apología de los smalls sounds (a la Taku Sugimoto). El “cuerpo” del título alude a la voluntad por explorar la corporalidad concreta y completa de los instrumentos (en este caso piano y guitarras eléctrica y acústica) a través de un rico repertorio de técnicas extendidas (frotamiento de las cuerdas con arco, ejecución de las cuerdas interiores del piano, utilización de objetos diversos, golpes en la caja de los instrumentos, etc.). También alude al tipo de acción corporal, performática, que por más tenue que sea se requiere para ese fin. Y last but not least, al modo en que la escucha se replica en nuestra propia naturaleza corporal y se reproduce en nuestros gestos cotidianos.
Paiuk, Gabriel. Tronco húmedo. Buenos Aires, 2001.
Grabado en agosto de 2001 en Buenos Aires.
Gabriel Paiuk explora las ilimitadas posibilidades sonoras que ofrece un piano de cola. Las teclas, las cuerdas interiores, la caja de madera, la resonancia de los pedales: todo aquí es objeto de la más puntillosa investigación acerca de la materialidad misma del instrumento. Las técnicas extendidas se valen de lo que Gabriel menciona como “herramientas agregadas”. Pero es su estilo, en algún punto indefinido entre Claude Debussy y Morton Feldman, lo que verdaderamente dota a la obra de una dimensión adicional. Paiuk extrae de ese ícono incontrovertible de nuestra música occidental sonidos de una pureza y claridad inusitadas. Y construye un repertorio sonoro de temperamento percusivo cuya belleza amerita comparaciones con las “Sonatas e interludios” de John Cage. Aunque difiera en ideas y en ejecución de antecedentes tan egregios, es indudable que comparte con ellos un territorio en común.
Grabado en mayo y agosto de 2001 en Buenos Aires.
Improvisaciones en una clave baja, más bien sorda, que por momentos bordea el silencio. Hasta cierto punto, los esfuerzos de Hernán Vives y Gabriel Paiuk comparten esa aproximación al sonido que, a partir de la década del ’90, se define con etiquetas tales como “reduccionismo”, “onkyo”, “lowercase music” o “EAI (Electroacoustic Improvisation)”. Pero no hay que extender en exceso el parentesco. Vives y Paiuk no reniegan de los pasajes más ruidosos ni están obsesionados por la apología de los smalls sounds (a la Taku Sugimoto). El “cuerpo” del título alude a la voluntad por explorar la corporalidad concreta y completa de los instrumentos (en este caso piano y guitarras eléctrica y acústica) a través de un rico repertorio de técnicas extendidas (frotamiento de las cuerdas con arco, ejecución de las cuerdas interiores del piano, utilización de objetos diversos, golpes en la caja de los instrumentos, etc.). También alude al tipo de acción corporal, performática, que por más tenue que sea se requiere para ese fin. Y last but not least, al modo en que la escucha se replica en nuestra propia naturaleza corporal y se reproduce en nuestros gestos cotidianos.
Paiuk, Gabriel. Tronco húmedo. Buenos Aires, 2001.
Grabado en agosto de 2001 en Buenos Aires.
Gabriel Paiuk explora las ilimitadas posibilidades sonoras que ofrece un piano de cola. Las teclas, las cuerdas interiores, la caja de madera, la resonancia de los pedales: todo aquí es objeto de la más puntillosa investigación acerca de la materialidad misma del instrumento. Las técnicas extendidas se valen de lo que Gabriel menciona como “herramientas agregadas”. Pero es su estilo, en algún punto indefinido entre Claude Debussy y Morton Feldman, lo que verdaderamente dota a la obra de una dimensión adicional. Paiuk extrae de ese ícono incontrovertible de nuestra música occidental sonidos de una pureza y claridad inusitadas. Y construye un repertorio sonoro de temperamento percusivo cuya belleza amerita comparaciones con las “Sonatas e interludios” de John Cage. Aunque difiera en ideas y en ejecución de antecedentes tan egregios, es indudable que comparte con ellos un territorio en común.
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