Thursday, July 31, 2008

Música para elegir

Hoy jueves a la noche los entusiastas deberán elegir entre dos propuestas igualmente atractivas. Quienes se sientan más afín a los ritmos y a las melodías rockeras optarán seguramente por ir al Centro Cultural al Zaguan Sur, en Moreno 2320, en pleno Once frente al Spinetto. Allí tocarán a partir de las 21 hs. dos de los combos de rock no convencional más prometedores de los últimos tiempos. Me refiero a los chicos de Honduras y a los de Futbol, que por suerte se conocieron entre sí y vienen organizando fechas conjuntas. A ocho mangos la entrada les aseguro que es una buena inversión si ya están hartos del abominable mainstream del rock argento. Esta gente se las trae y seguramente estarán dispuestos a sorprender al escucha desprevenido con cruces entre la psicodelia y el krautrock (Honduras) o entre el hardcore y el western spaghetti (Futbol) O más aún, con alguna nueva e inconcebible mixtura, puesto que los discos que yo atesoro de ambos grupos ya son un poco viejos.

A los amantes incondicionales del noise les recomiendo en cambio que se den una vuelta por Una Casa (Humberto Primo 561, entre Bolívar y Perú), cuyo sótano albergará los mil y un ruidos de Pablo Reche, Alan Courtis y Audio das Poly, una tríada de lujo que amenaza con sumerginos en capas y más capas de delicadas abstracciones sonoras. El lugar tiene su onda, el dueño y la que atiende la barra, también. (¿Será porque no son argentinos?) Y por si fuera poco, la entrada es casi gratuita. Sólo se requiere la compra a elección de algún material que puntualmente los músicos ofrecerán a la venta. Una especie de canje más que favorable. ¿Horario de la función? También a las 21hs. Muy probablemente me encuentren por ahí.
No digan que no les avisé.

Wednesday, July 23, 2008

Orientales


Banco o financiera por delante, shopping por detrás, museo alemán estilo 1970 en los techos. Todo esto evoca, por fuera, el recién restaurado Teatro Solís. Una violenta rampa para sillas de ruedas, como gigantesca cucarda para premiar la corrección política, desfigura todavía más la fachada. Cuando entramos, las luminarias encajadas en el cielo raso confirman la impresión de que nos encontramos en una institución crediticia argentina. La restauración no ha sido tal, sino más bien una destrucción creativa: se ha adaptado golosamente una de las mayores glorias arquitectónicas del pasado de Montevideo a las formas que se creen más eficaces y difundidas del consumo contemporáneo. Parejo destino espera a la Ciudad Vieja, a menos que triunfe el sentido histórico sobre una codicia que ni siquiera calcula bien sus objetivos. La calle Pérez Castellano ya ha sido convertida en un carnaval de colores brillosos y contrastantes. A esto llaman “recuperación de fachadas”. Tampoco aquí hay recuperación ninguna, sino reconversión del pasado en una fantasía de parque temático. Para los arquitectos encargados del proceso, recuperar no significa conservar las estructuras y asegurar su perduración. Principalmente les interesa colorear, si es posible con pinturas sintéticas. El gris de Montevideo era famoso como el de París. Ahora, con el auxilio de una Unión Europea celosa de su primacía, convertirán a la Ciudad Vieja en algo semejante a la falsificación de la Avenida de Mayo de Buenos Aires cuando el Quinto Centenario: una “puesta en valor” que la acercaba en la imaginación de quienes la pergeñaron, y después en los hechos, al distrito Art Decó de Miami, donde todo es color helado de crema. Otra ilusión será pavimentar las calles con falsos adoquines antiguos para después convertirlas en peatonales del falso buen gusto. Aparentemente, Miami es para Buenos Aires el modelo que Buenos Aires ha de ser para Montevideo, y la misma inteligencia busca ahora que la Ciudad Vieja se parezca a la calle Caminito del porteño barrio de La Boca.



Estas impresiones sobre la Ciudad Vieja, que fueron publicadas hace más de dos años como carta de seudónimo lector en el diario El País de Montevideo, son del todo incompletas si no mencionáramos, ahora que es tarde, lo que han hecho con la calle Sarandí, también de la Ciudad Vieja: inmediatamente después unos minitractores iniciaron una destrucción sistemática para transformar la histórica calle en peatonal de baldosas en distintos colores, repartidas por sectores de dos o tres metros, donde entre palmeras semi-crecidas (sí, palmeras) hoy abundan sillas de plástico –allí fuman los turistas y los jóvenes modernos montevideanos. Apenas terminado el proyecto, obras contemporáneas adornaron la calle: temibles objetos hechos de alambre y cemento, otros de maderas y tela, y desde luego el plástico, tan actual. En julio de 2008 esas obras ya no están y solo se las recuerda porque arrancadas de allí solo quedan agujeros: son dos por cuadra. Menudos sustos, aseguran, se llevaron muchos uruguayos noctámbulos y ebrios (es famoso Uruguay como país del whisky) al toparse con ellas. Más aun en los días de viento, en que además las obras hacían ruido.
Yo amo y respeto al Uruguay, y más, mucho más a Montevideo. País laico donde a la Semana Santa los uruguayos llaman Semana del Turismo, y donde los estilos con que se han levantado muchísimos edificios ostentan una riqueza arquitectónica comparable a los del centro de San Pablo, y aun (sí, aun) a los de la monumental Chicago.
Aquellas impresiones y estas que le continúan quieren lamentar eso que los norteamericanos llaman gentrification (y que el castellano llama con mal gusto elitización). Se trata de la destrucción de pedazos históricos de las ciudades para erigir paraísos clasemedieros donde hasta el cielo imaginado por sus creadores querrá ser de color pastel. El fenómeno es mundial: las ciudades quieren dejar de ser ellas y están haciendo todo para perder aquello que las hace únicas, eso que las hace ser lo que son y no, justamente, otra cosa. El modelo a imitar cambia con el tiempo –ayer fue París, hoy alguna o varias ciudades norteamericanas. No cambia, no se modifica sin embargo el anhelo por esa nivelación planetaria. Y, lo que es más desolador, su éxito.

Sergio Di Nucci

Tuesday, July 15, 2008

¿La penúltima entrevista de Gore Vidal?


Por Mary Makefield

Mato el tiempo esperando a Gore Vidal en el Claridge: ojeo sus memorias, observo fotografías. Admiro una en especial: Gore a los tres años, en el parque de la casa de su abuelo, en Washington DC. Mira a la cámara, a medias contento, completamente seguro de sí mismo.
“¿Me está esperando?”. A mi derecha, a una altura de silla de ruedas, están los mismos ojos, 80 años después. Nos damos la mano y hago sí con la cabeza. “Bien”, dice Gore Vidal, “vayamos entonces por un trago”, y dirige las ruedas en dirección al bar, ayudado por italianos lindos.

Gene Luther Gore Vidal (se quitó los dos primeros nombres “por razones políticas y estéticas”) ha vivido (como él mismo dice) tres cuartas partes del siglo XX y casi un tercio de la historia de los Estados Unidos de América. Pero no deja que intervenga el drama: fue protagonista de la historia norteamericana, escribió el guión. Compartió fiestas con JFK, durmió con Jack Kerouac, tomó té con André Gide, esquió con Garbo, nadó con Nureyev, viajó con Tennesse Williams y siempre que pudo puso a su némesis, Truman Capote, en su lugar.
Y está aquí ahora, bebiendo whisky con soda: canoso pero siempre apuesto, me mira con sus ojos pálidos, cándidos. Me pone nerviosa. Soy una fan de Vidal. Creo que Perpetual War for Perpetual Peace debería ser bibliografía obligatoria; el volumen de sus memorias, Palimpsesto, es brillante.
Comienzo por sus comienzos. Nina Vidal no fue una madre ideal, ¿no? “No. Era una borracha, un monstruo. Pero yo no la tomaba en serio. Simplemente la ignoraba. Era lo único que podías hacer con ella a menos que quisieras que te asesinara. Pero seamos equitativos, no creo que la mayoría de las mujeres sean buenas madres, o que los hombres sean buenos padres”.
The City and the Pillar provocó un escándalo nacional. Fue, como dijo Bernard Levin, “la primera, y digna, novela norteamericana homosexual”, y fue un bestseller, apenas por detrás de 1984, de Orwell. Pero Vidal no la escribió para hacer lío, la escribió para decir la verdad. “Jimmy era mi otra mitad”, dice. “Creo que los chicos a menudo sienten eso. Me parece que los chicos se enamoran más locamente entre ellos de lo que alguna vez lo hacen con una chica”. ¿Te parece? “Sí, pero luego hay que lidiar con las cosas y todo eso, y tolerar las presiones de la sociedad. A veces son muy felices, a veces no lo son”. ¿Todavía piensa en Jimmy como el gran amor de su vida, teniendo en cuenta que la última vez que lo vio fue hace más de 60 años? “Por supuesto, ¿por qué no?”. Vidal se sorprende. “El amor es una constante. No ha habido mucho en mi vida, por eso le reservo un honorable lugar”.

The City and the Pillar debió arruinar las credenciales políticas de Vidal. Pero, como él mismo dice, “la política vino naturalmente hacia mí” y en 1960 fue candidato para el Estado de Nueva York. Estuvo a punto de ser elegido, y recibió más votos que ningún otro candidato demócrata en 50 años.

Me menciona más de una vez la parcela de terreno que tiene en el Cementerio de Rock Creek, donde los restos de su compañero de tanto tiempo, Howard Auster, han sido enterrados hace unos años, y donde tiene pensado que entierren los suyos. Última pregunta, le anuncio. “¿Qué cosas sueña últimamente?” “Ay, mayormente cosas sobre la muerte”, dice Vidal con calma. “Sueño que sé que estoy muerto, pero trato de persuadir a la gente de que no lo estoy, pero no me quieren creer”. Sonríe, me da la mano y exclama con fingida alarma: “¡Tiene las manos frías!”. Corazón caliente, respondo. “Mi corazón está frío”, dice. Y me da un beso de adiós.

Fragmentos de la entrevista a Gore Vidal -The Spectator, 24 de mayo de 2008, traducción S. D.

Saturday, July 12, 2008

Instantes Sonoros 08

Fabiana Galante y Jorge Mancini vienen realizando desde hace tiempo un ciclo de improvisaciones con músicos invitados. Bajo el título de Instantes Sonoros, todos los segundos domingos de cada mes se reúnen en Domus Artis (Triunvirato 4311), en el bonito barrio de Villa Urquiza, un selecto grupo de experimentadores que nos recuerdan que la improvisación, por fortuna, goza de buena salud en nuestro país.

Mañana será el turno de Jorge Haro con sus Construcciones en tiempo real, 25 minutos de procesamiento sonoro en vivo con materiales acústicos y electroacústicos. Posteriormente Santiago Peresón hará un set solista con su laptop. Para el gran final proponen Buque Factoría, una banda que el propio Peresón integra junto a los anfitriones y a las artistas Andrea Fasani y Claudia Toro, a la que describen misteriosamente como un " performático grupo de experimentación sonora navegando en poéticos mares de wincofones."

Habrá que darse una vuelta por allí para saber de que se trata. Como bonus track estarán los fantásticos videos de Carlos Murat, incansable archivista en ese formato de la experimentación made in Argentina y también de la que se desarrolla en la escena internacional.

He ido varias veces y debo decir que es una excelente forma de pasar la tarde-noche del domingo. Las propuestas son abiertas, incluyen músicos que provienen de diversas disciplinas, y atraviesan por igual la eléctronica y la improvisación con instrumentos acústicos y eléctricos.

Los videos se pasan a las 18hs y las performances comienzan a partir de las 20hs. Para reservas pueden llamar al 4522-8294.

Thursday, July 10, 2008

Más liviano que el aire: el retorno de Daddy y los de Helio

Mañana viernes a las 21.30 hs. vuelve a presentarse en el Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730) Daddy Antogna junto a los de Helio. Se trata del grupo que el legendario baterista Daddy (ex Orion's Beethoven y Ave Rock) tiene desde hace algunos años junto a Alan Courtis (ex Reynols) en guitarra y la base rítmica de Las Orejas y la Lengua (Nicolás Diab en bajo y Fernando de la Vega en batería). La entrada cuesta $15 y pueden reservar llamando al 4307-1966. Dos generaciones de rockeros que, a juzgar por otras presentaciones en las que estuve, suelen rockear de lo lindo, sin renunciar nunca a ese toque experimental regado por generosas dosis de sentido del humor.
La banda está mezclando ahora mismo su primer disco, de título Viva Belize. Dicen además que el viernes 29 de agosto a las 19hs. se presentará en la Biblioteca Nacional un documental de Tomás Grounauer sobre la accidentada vida de Daddy: Más liviano que el aire: Daddy Antogna y los de Helio.
Como dirían mis amigos españoles, "estais avisados".