Friday, July 23, 2004

Corazones en exilio

 
 
Foto: The Homosexuals en The Knitting Factory, NYC.
 Julio de 2004 , (c) Ivan Daguer

Ahora que se editan (y reeditan) decenas de discos por semana, afirmaciones del tipo “lo mejor del año” suenan cada vez más tajantes y categóricas. Ni siquiera basta un equipo de gente bien informada para indagar con suerte en la extendida cacofonía de nuestro mundo ancho y ajeno. Sin contar con que este 2004 apenas está promediando su primera mitad.
No obstante, el entusiasmo es enemigo de toda cautela. Por eso me sumo al panegírico diario para llamar vuestra atención, estimados lectores, sobre lo que, en materia de reediciones, considero EL ACONTECIMIENTO del año. Me refiero a Astral Glamour, una caja de tres CDs. que recopila 81 canciones de The Homosexuals y acaba de aparecer en el sello Messthetics.

The Homosexuals fue el secreto mejor guardado de la escena do it yourself en los agitados tiempos del post-punk británico. No me quiero extender demasiado porque les dedicaré un post más específico en cuanto logre digerir del todo estas 81 gemas de genio en su máximo estado de esplendor. Baste decir que existieron alrededor del ´78 y el ´82-´83, que vivían en squats (casas tomadas), que jamás cobraron por un recital ni enviaron una promo a nadie ni publicaron aviso alguno, que usaban las horas libres que les regalaba el estudio donde grababa The Police, que su leyenda incluye una artista uruguaya y una extraña edición póstuma en el sello Recommended de Chris Cutler, que tuvieron apenas un par de reviews durante su existencia y que todo en ellos -letras, música, actitud- los hubiera convertido en una banda inmensa. Pero supieron ser más grandes que la propia inmensidad al despreciarla sin vacilaciones.

Musicalmente construyeron, deconstruyeron y destruyeron algunas de las canciones más perfectas que haya dado el rock en su larga existencia. Y con toda probabilidad, las más perfectas en la historia del art/post-punk. Imaginen el Smiley Smile de los Beach Boys arreglado por Pere Ubu (nada improbable conociendo el fanatismo de David Thomas por el grupo de los Wilson) bajo la severa mirada de Wire y Magazine pero con todas las simpatías puestas en This Heat y Family Fodder.
O mejor no imaginen nada. Descúbranlos si no los conocían. Redescúbranlos si ya los habían escuchado antes. Después de todo, ¿quién en su sano juicio resistiría un verso como “If no one loves you, invent somebody”?

Wednesday, July 21, 2004

Italia vs. Estados Unidos: De ahí hay que irse

Por Gianni Vattimo

Ahora la guerra de Irak, y de Palestina, y de Afganistán, se ha vuelto verdaderamente infinita, como Bush había profetizado, y deseado, desde un comienzo. Las escenas de tortura que se fijaron en  tantas fotos que ahora vemos publicadas tendrán el efecto que las imágenes de los campos de exterminio descubiertos en abril de 1945 tuvieron sobre la opinión pública del mundo de entonces. Con un ejército que perpetra estos delitos no hay pacificación posible, o no hasta que los jerarcas de la potencia ocupante no sean procesados en un nuevo Nüremberg. 
Hasta ese momento, la guerra no habrá finalizado, nadie creerá que ese ejército torturador y sus superiores, incluido su máximo líder, puedan restablecer la paz en Irak, y menos promover allí una democracia. No es una evaluación ideológica, es un dato de hecho; sólo unos medios -como los nuestros, aquí en el Occidente “civilizado”- archimanipulados y narcotizados, contrariados por tener que despertarse ante las fotos, pueden todavía fiarse de una dirigencia política como la norteamericana. Una dirigencia que ya hace meses sabía lo que estaba ocurriendo en las cárceles iraquíes, pero que no apartó de su cargo a ninguno de los superiores de los cuales todo dependía. 
La fábula de la exportación de la democracia, ya poco creíble por los bombardeos que debían inaugurarla, se revela en toda su trágica obscenidad. ¿Que sentido tiene ahora esperar a que el 30 de junio los norteamericanos traspasen en Irak el poder a un gobierno “democrático”, por medio de los buenos oficios de la ONU? Permanecer en Irak bajo estas condiciones un solo minuto más significa colaborar con los torturadores para que continúen su obra, o ayudarlos a defenderse de la sacrosanta venganza popular. Existe un solo modo decente de permanecer en Irak: hacer de nuestros militares el núcleo de una brigada europea que auxilie a los iraquíes a expulsar a los invasores anglo-norteamericanos. Existe en cuanto a esto un importante precedente: el ejército italiano ya lo ha hecho antes --también antes de que lo ordenase su majestad el rey--, y lo ha hecho muy bien (en 1943, contra Mussolini, n. del t.). 
Ninguna fuga cobarde, como recrimina el superhalcón italiano Giuliano Ferrara cuando habla de una Europa acomodaticia, timorata, carente de convicciones y lealtades. Digámoslo de una vez por todas: no tenemos miedo de combatir, y tampoco somos los abanderados de la no violencia a toda costa; en una guerra de defensa y liberación, busquemos al menos respetar la convención de Ginebra, que el Occidente “democrático” se la pasa por los pies, orgulloso de que algún periodista curioso se arriesgue después a violar el pacto de silencio del Pentágono y publique las fotos. Europa es y será timorata y acomodaticia sólo si continúa esforzándose en creer que sus intereses son los mismos que los del Occidente “norteamerikano”, y continúe manteniendo la posición ni fría ni caliente que se le concede a  Italia en la coalición de voluntariosos aliados de Bush y Blair.
Sí, seremos tibios porque no creemos en eso, porque los pueblos de la vieja Europa no creen para nada en la guerra de Bush, y nos arrastramos como tantos triciclos que estorban el tránsito de las calles de la política italiana. El Occidente de la coalición, que permanece allí con reluctancia acomodaticia, no es el de Europa;  más bien se  muestra como el verdadero enemigo de la paz, incluso de los valores europeos a los que está ligada nuestra civilización. Reconocer el verdadero enemigo es la primera condición para escapar de la inercia cobarde. ¿Giuliano Ferrara estará de acuerdo?  

(Traducción del italiano: Sergio Di Nucci)

Friday, July 16, 2004

Michael Moore: amigo americano

 

En los primeros tres años de la administración Bush, la Casa Blanca sorprendió a la Norteamérica liberal y progresista. El partido Demócrata no podía prever un "conservadurismo compasivo", ni que éste se arrojara tan decididamente a una cruzada por la reducción radical de los impuestos. Luego del 11 de Septiembre, sólo un presidente norteamericano superó la popularidad de la cual gozó George Bush por casi cuatro meses. Pero todo el escenario parece haber vuelto hoy a duplicar los años progresistas de los años 90s norteamericanos. Los Demócratas arremeten en el Congreso, las librerías se colman de libros de denuncia anti-Bush, John Kerry gana más electores y George Soros derrama millones de dólares en grupos de presión e instituciones educativas de acentuado humor demócrata. La contra insurgencia progresista norteamericana tiene incluso hoy a su propio Che Guevara: un cineasta y, sobre todo, autor de dilatados libros de denuncia, quien no parece encontrar ningún tipo de contradicción entre sus prédicas de izquierda y el mundo de entertainment norteamericano. Por estos días, Michael Moore es omnipresente en la Argentina: Michael Moore en los kioscos, Michael Moore en los cines, Michael Moore ¡en los noticieros televisivos!

¿Qué se le encuentra a este hombre? Lo que le encuentran los argentinos a tantos otros. Es más, Moore parece un escritor argentino cien por ciento. En su último film, en sus dos libros está todo junto: el análisis prêt-à-porter, la indignación simplificadora, la conmoción y la auto-solución, las denuncias adobadas de semi verdades. Su método es siempre insinuar, nunca es asertivo: la guerra de Irak fue un truco, Norteamérica es un país perdido por los conservadores, Bush es el texano bruto que dice haber leído a Sócrates...
Por cierto, Moore en la Argentina es el Guevara de las clases medias. La que adquiere sus libros, la que va al cine a aplaudir su "documental", la que ya antes de verlo, está convencidísima de lo que va a ver. Pero a no entrar en pánico. Para el resto de la izquierda nacional –sea peronista o piquetera o trotskista o comunista-, para la Argentina profunda, para los penosos exponentes de la derecha televisiva y radial (y los taxistas) Moore es otro sujeto ñoño entrado en carnes, un Mempo Giardinelli, un Alfredo Leuco, acaso un Jorge Lanata un poco más pesado y tonto.
Michael Moore es parte del diverso y a veces divertido gremio de ruidosos y enfurecidos oradores que brindan tajantes explicaciones de los males del presente. Si hoy no hay un Menem (o sí, insólitamente, todavía sí), las tintas irán cargadas contra el Sistema. Y por qué no, contra Estados Unidos (como si el capitalismo francés fuera más benévolo). Las clases medias argentinas (los íconos televisivos, los circuitos artísticos oficiales o alternativos, los estudiantes de humanidades y los psicoanalistas), encargadas de presentarse como la niña reiteradamente violada, no podía quedar ajena al fenómeno Moore. En este sentido, Michael Moore amigo americano.

Sebastián Spika

Wednesday, July 14, 2004

Voltura: Il Cuore Tedesco

La cursilería que tanto divierte fue durante más de un largo siglo la única sensibilidad aceptablemente distribuida, y la repartición se llevó a cabo a través de la prosa periodística, los discursos y sermones, la canción romántica y su repetición con los ojos bien cerrados. Sin esta última exaltación versificable, la vida cultural hubiese sido aún más pobre, sin artistas alojados sin remedio en las madrugadas de la inspiración. El panorama de la canción pop está dominado (en Argentina, en Europa, en los Estados Unidos), por lo caótico y controversial. Muchos grupos apelan al repertorio convincente de tragedias personales, otros se alojan en la ironía para evitar la confrontación con sus propias e indeclinables brutalidades. El nuevo disco de los argentinos Voltura, Il Cuore Tedesco, comparte con el llamado nuevo pop argentino por lo menos dos características. La profusión de ritmos que una vez culminados resultan inextinguibles de nuestras cabezas y cierta delicada melancolía en las letras. Esto último es todavía más llamativo en ellos, porque su decálogo de canciones no es ni irónico ni admonitorio, como parece ser otro de las dimensiones, algo más falaces, de ese nuevo pop nacional cuya bandera parece ser siempre la sofisticación. ¿Qué le propone Voltura a su público? Lo que ciertamente no pueden darle Miranda ni Leo García ni Entre Ríos. Mucho menos, por supuesto, Turf o Babasónicos. Es curioso que estas bandas tropiecen –como si los autores fueran pequeños de 6 años- con el lenguaje castellano, que no se encuentre en sus discos un solo verso que convenza, que nos entristezca o nos entusiasme.

Por oposición, Voltura ofrece lo que el título de su último CD indica, canciones del corazón, en la tradición del pop hiriente y filoso, sin meditaciones prolongadas en la torpeza ni en las comodidades y puerilidades de un Pergolini o Pettinato. Apenas cinco temas presentan, y con ellos arriban a la singularización de los actos nimios, a la celebración que prodiga manías y caprichos, y que regresan como una fuente grata de idolatría. Sin declaraciones ingeniosas ni audaces, sin el apoyo mitológico de la parranda, de la maledicencia o del bolero devenido burla, Voltura desplaza las fantasías producidas en serie. Y protegible, vulnerable y expresivo, este CD es una cortesía de la realidad.

Javier Larraín

Monday, July 12, 2004

Univers Zero: El triunfo de la voluntad

 

1- Univers Zero cumple treinta años de carrera y los festeja con la edición de Implosion (Cuneiform, 2004), su noveno álbum. Para ser honestos, festejar no es un verbo que abunde en el vocabulario musical del grupo, dueño de algunos de los sonidos más oscuros de los que el mundo guarde memoria.
Pongamos por caso Heresie (1979), disco mortuorio si los hay. La negritud fúnebre de la cubierta y de las vestimentas, la foto con uno de los miembros en silla de ruedas, la instrumentación de cámara, básicamente acústica (fagot, oboe, violín, viola, harmonium, órgano, piano más bajo, guitarra y batería), apenas tres temas largos con nombres como “La guadaña” -símbolo medieval de la muerte- y “Jack el destripador”, las líneas dilatadas, ominosas, configurando la sombra de una melodía que se negaba a evolucionar, el fagot al frente y esa perplejidad a la hora de decidir si se trataba de una banda que provenía del principio de los tiempos o anticipaba un futuro que no alcanzábamos a vislumbrar.
Surgieron de las cenizas de Arkham, un trío de teclados, bajo y batería con influencias canterburianas. Tras el paso fugaz de su líder Daniel Denis por Magma, ensayarían bajo el nombre de Necronomicon hasta adoptar el definitivo de Univers Zero en algún momento de 1974, coincidiendo con el giro del grupo desde las agitadas aguas de la improvisación hacia el terreno firme de la composición. Composición que constituiría uno de los pilares de un estilo, la nouvelle musique, del que supieron ser pioneros junto a los franceses de Art Zoyd.
Sus dos primeros discos –uno homónimo de 1977, pronto rebautizado 1313, y Heresie- proponían un chamber rock que no conocía antecedentes pero terminaría por acumular una legión de seguidores. Hasta tal punto que Bélgica, su tierra natal -que tan esquiva e indiferente les resultara a lo largo de su carrera- alberga hoy alguno de los nombres (Cro Magnon, Louis Avenue, Maximalist, Pantha Rei, Fukkeduk) más elocuentes de esta tradición.
Con su tercer LP, Ceux de Dehors (1981) electrificarían su sonido sin renunciar a sus rasgos distintivos: la polirritmia, los cambios imprevistos de tiempo, los ritmos en medidas inusuales, el cromatismo, su gusto por las escalas menores, la influencia de compositores como Bartók, Stravinski, Penderecki, Xenakis y el ignoto connacional Albert Huybrechts, cierto parecido de familia con Magma y la Third Ear Band, el folklore del este europeo, algunas progresiones del jazz, la tensión gótica de sus arreglos y ese aire sombrío, casi siniestro, que se cuela por doquier.
Después de la grabación de Heatwave (1986), su sexto LP, sobrevendría la separación, agotados por un aislamiento de dos décadas que su participación en Rock in Opposition entre el ´78 y el ´80 tampoco logró evitar. Hubo que esperar trece años a que la banda decidiera su regreso. Pero a juzgar por los resultados -The Hard Quest (1999), Rhythmix (2002) y el que nos ocupa- la espera valió la pena.

2- La nueva versión de Univers Zero parece haber limado un tanto las asperezas. Los temas son más cortos pero persiste ese sonido crispado que pugna por aprehender no ya el apocalipsis, sino los denodados intentos de los sobrevivientes por recuperarse del mismo. La cualidad atemporal de la banda es engañosa. Su música no refiere a un universo arcano ni se rodea de una mitología compleja como la de Magma. Más bien parecen empeñados en reducir la tradición a cero para imaginar desde allí las posibilidades futuras.
En ese sentido, restringirlos a una fascinación espúrea por lo gótico y lo medieval no les hace el menor servicio. Nada más alejado del grupo que la pantomima y el gran guiñol de mucho de lo que la prensa suele identificar bajo la etiqueta del dark. El aura de alienación en la música de UZ es auténtica. Y la música en sí, esa aspiración a una pureza sonora inexistente, hace de su búsqueda un gesto conmovedor, cuyo cumplimiento siempre dilatado basta para adjudicarles un carácter utópico que toda concreción denegaría.
Univers Zero fue siempre un grupo extremo, sin necesidad de apelar a ninguna imaginería extramusical, como ha sido el caso del industrial u otros géneros. La inmanencia ha sido y es el ámbito de sus experimentos, la transformación abrupta de las células rítmico-melódicas, el sello distintivo de su estilo.
Hay en Implosion una preocupación renovada por las texturas, la extensión de los parámetros compositivos que siempre caracterizaron al grupo, ejercicios microtonales (Partch´s X-Ray), flirteos con el free jazz (como en el solo de trompeta al final de “Temps Neuf”), ritmos folklóricos del este europeo (“Falling Rain Dance”), viñetas musicales casi amables (“Rapt D´Abdallah”) y una extraordinaria capacidad para producir variaciones a partir de elementos mínimos, como demuestran las dos partes de “Mellotronic”. Y una síntesis electrónica -que incluye el uso de samplers y teclados- mucho más pronunciada que en su primera época.
En concentrar influencias disímiles mientras se permanece fiel a un sonido propio y singular, en perseguir una idea durante treinta años sin dejarse vencer por la hostilidad del entorno, en la obsesión por desarrollar un universo coherente a partir de unas cuantas percepciones generales y primarias, en la devoción inusitada por convertir esas intuiciones en formas musicales de rara meticulosidad, quizás en todo eso radique la verdadera actitud progresiva. A despecho de su reducción a un género desparejo y mal comprendido, se trata aquí simplemente de no renunciar a esa voluntad de progreso tan vapuleada en los cínicos tiempos que corren.

contacto: www.cuneiformrecords.com

Sunday, July 04, 2004

La eterna juventud (sónica)

 
Foto: Sonic Youth en Irving Plaza, NYC
Noviembre de 2002.  (c) Ivan Daguer

1- Nuevo disco de Sonic Youth Sonic Nurse (Geffen, 2004)- y la vieja polémica que renace. Los críticos desempolvan sus laptops y reinician la interminable disputa: ¿qué lugar ocupa el flamante álbum en el canon de la banda?, ¿es mejor o peor que el Murray Street de hace dos años?, ¿está a la altura del Daydream Nation?, ¿qué debemos esperar del grupo en el futuro?, ¿persiste su costado experimental?, ¿o se trata de un retorno al sonido sedado de los tempranos ´90?, ¿cuál es la proporción de feedback?, ¿qué pasa con las melodías?, ¿cuán accesible es Nurse?, ¿quién compuso el mejor tema? Y así hasta el hartazgo. Cuestiones parecidas que, por sí solas, podrían llenar (y llenan) cientos de páginas, impresas y virtuales.
Y está bien que así sea. Que la banda disfrute de esas interpretaciones sin fin que, para Borges, caracterizaban el estatuto de los clásicos. Justamente por eso, se ha vuelto cada vez más difícil escribir sobre Sonic Youth. ¿Qué agregar que no haya sido dicho ya?, ¿cómo aportar algo que no esté ligado a la arbitrariedad del gusto?.
Podrá sonar paradójico, pero los ríos de tinta (a los que contribuirá este post) dilapidados sobre el grupo de mayor visibilidad en el universo musical alternativo de nuestros días han terminado por volverlo ligeramente inasequible. Quiero decir, allí están ellos. Allí, la evidencia de su música. Y uno no puede sustraerse a la incómoda sensación de que se sonríen burlones mientras nos preguntan –“¿qué están ustedes dispuestos a hacer con semejante evidencia?” Y alcanza para sentirnos como el delincuente que ha sido agarrado in fraganti.

2- Sonic Youth es hoy una institución. Y como todas las instituciones, obliga a preguntarnos que estamos dispuestos a hacer con ella. Al menos si queremos seguir siendo protagonistas de nuestras vidas. Si no queremos relegarlas en esos sistemas de reglas cada vez más complejos que se empeñan en dirigirnos. Pero las reglas que rigen la institución sónica no son fijas, y tal vez allí radique el secreto de su supervivencia.
Y otra vez se cuela la paradoja. Sonic Youth cambia para seguir siendo ellos mismos. Y nuestras preocupaciones se desplazan. De repente, importa menos el lugar de Nurse en el canon de la banda que el de la banda en el canon del rock (y de la música en general).
También sobre esto se ha escrito largo y tendido, siempre desde la misma perspectiva: ¿ha quedado SY desfasado ante los grupos nuevos que los toman como inspiración o aún se las ingenian para mantener encendida la llama sagrada? La respuesta sólo puede consistir en lo que dictamine el gusto, las preferencias por su vertiente experimental o su costado pop, por las disonancias o las melodías. La pregunta, en cambio, revela un supuesto discutible: la idea de que la innovación es la medida de toda evolución o desarrollo.
Perspectiva que no basta para solucionar una inquietud: ¿por qué, con decenas de discos apilados que todavía no llego ni a abrir, me encuentro escuchando Nurse una y otra y otra vez? ¿Serán esas reminiscencias de lo mejor del Horses de Patti Smith que me parece oir en “Pattern Recognition”, la sencillez efectiva pero a buen recaudo de cualquier gesto efectista de “Unmade Bed”, esos riffs de guitarra que recuerdan aquí y allá a Television o a Neil Young o al primer Fleetwood Mac, la disonancia free de “Kim Gordon”, los acordes instrumentales que introducen “Stones”, el placer del reconocimiento en los diálogos de guitarras, quizás más subrepticios que de costumbre, la melodía pegadiza y entrañable de “New Hampshire”?
Apenas un catálogo personal. Cada oyente tendrá el suyo. Pero es esa flexibilidad, tan contraria a las vocaciones institucionalizadas, esa capacidad para moverse por territorios sonoros inconciliables en apariencia sin renunciar jamás al sello propio, lo que los convierte en ejemplares, lo que, en definitiva, los vuelve clásicos.

3- Y entonces sospechamos que Sonic Nurse es un gran disco. En una época donde la búsqueda de la innovación se ha vuelto moneda corriente, ellos andan preocupados por obtener un nuevo equilibrio. Y vaya si lo logran. Nurse es accesible sin claudicaciones. Y es también endiabladamente tramposo. Porque la tersura llana de sus melodías, la voluntad de dosificar las disonancias y confinarlas a fragmentos específicos, oculta un intercambio de cuerdas tan sutil como en sus mejores tiempos. Porque la relación entre noise y pop es de una proporción tan perfecta que habla maravillas de esta mesura, de esta nueva sensatez que el grupo parece haber encontrado.
Se puede envejecer con gracia, con resentimiento, con ligereza o con temor, en fin, con todas las sensaciones que son propias de nuestra imperfecta condición humana. Pero si se lo hace con sabiduría, habrá más esperanzas de que nuestros días no hayan sido en vano.
En eso consiste el elixir de la eterna juventud (sónica).

Saturday, July 03, 2004

Una modesta proposición

Ahora que se apagaron un poco los fuegos de tanta polémica incendiaria, sería bueno que pudiésemos dar un salto cualitativo. Entre la sangre caliente de los comments -como la denominó alguien- se deslizaron una serie de cuestiones que merecerían sopesarse con más cuidado. Me refiero a tópicos como el de los cánones de la crítica, las transformaciones en nuestra relación con la música (y con las demás personas) producto de los cambios tecnológicos, las batallas generacionales ("pelear las guerras punkies"), el "revisionismo histórico", nuestros prejuicios a la hora de abordar ciertos géneros o estilos, las diferencias hemisféricas entre lo que acontece en el sur y en el norte, el estatuto de los blogs, los supuestos enciclopedismos y/o elitismos, y todo lo que se les ocurra sobre el pasado, presente y futuro de esa pasión compartida que disparó esta riña y generó una comunicación de éxito desparejo, pero comunicación al fin. Más allá de lo cercana o lejana que permanezca la reconciliación de las diferencias.

Para ello me permito sugerir una especie de debate interblogs, algo así como jugar en campo neutral. Sé que hay foros de discusión y esas cosas, pero no es lo que tengo en mente. Se trataría de ponernos de acuerdo en un temario general, elegir algún punto y postear al respecto en la mayor cantidad de lugares posibles. O cualquier otra forma en que se les ocurra implementar el asunto, si ésta les parece un tanto burocrática. No alcanzo a ver la complicación. La magia de los links permite ir con facilidad de un lugar a otro. Pero a lo mejor se me escapa. Estoy pensando en voz alta (o en letra pública), así que cualquier propuesta que simplifique el trámite es bienvenida. "Después de todo, no me siento tan violentamente ligado a mi propia opinión como para rechazar cualquier plan propuesto por hombres sabios que fuera hallado igualmente inocente, barato, cómodo y eficaz." (Johnatan Swift)

No tengo preferencias particulares. Sólo me gustaría que fuese lo más democrático y plural posible, que participaran personas que provienen de otro lado (la progresiva, la new music, la música contemporánea, el punk, la psicodelia o lo que gusten) Que se cursen invitaciones a un montón de gente que está haciendo cosas interesantes, en silencio y, a veces, aislada, sin la repercusión que merece, para que opine en los distintos blogs.

En fin, si la iniciativa prospera, fantástico. Habría que acordar sobre puntos que sean del interés de todos (también de los lectores) y en las formas de llevar a cabo las discusiones. Y no es mi intención hacer de esto algo solemne o aburrido, sino todo lo contrario. Si les parece un delirio, no hay problema, es una propuesta descartable. Si no se entiende bien, pregunten y trataremos de aclarar.

Para terminar, un link donde percibo algo de lo que podría ser el espíritu de todo esto. En el blog de vuélvete underground, el post All we ever want was everything, sobre el "deterioro de la dimensión estético-ideológica de la música" y el empobrecimiento de las experiencias colectivas (si entendí bien).

Y los dejo por el momento. Descubrí una bandita nueva, unos chicos que se hacen llamar Sonic Youth y realmente merecen una oportunidad. Así que me voy a escribir mi postergado post al respecto.

Thursday, July 01, 2004

Don´t let me be misunderstood

Declaraciones polémicas en mi nota de punk funk. Los chicos salieron a chillar como cotorras en celo.
Pueden leer un elevadísimo rating de insultos hacia mi persona (con una unanimidad que no se veía desde los tiempos infaustos de Cavallo-de la Rúa) en el blog de Lunes Felices (post del lunes, Esculpiendo pedestales)

Me lo merezco. Yo salí a provocar y respondieron en consecuencia. Pero como siempre ocurre en estos casos, el calor de la pasión no deja lugar a la reflexión. Como no creo que esto sea de interés para la mayoría de los que leen el blog, me abstengo de responder punto por punto a la cantidad de disparates que se deslizan en los comments. Cito tan sólo el fragmento de uno que, creo, es el único que entendió el sentido de mis declaraciones.

"cuando el tipo dice que nada cambió en los últimos 20 años se refiere a la info que alimenta los medios musicales en este ispa. protestemos y pataleemos, pero lo cierto es que en la blogósfera argenta la discusión sigue centrándose entre Bersuit, García y el pop inglés. no conozco uno sólo que plantee una recorrida por otros ámbitos fuera de lo que te puedan ofrecer las revistas que todos conocemos. ahí es donde veo que el planteo de Cambiasso acierta, quiero decir, con mayor o menor pedantería, es el único empecinado en salir de los 4 nombres de rigor que todos coinciden en señalar siempre."

De eso se trata. En los blogs se hace revisionismo histórico constante de lo que se dijo en Esculpiendo o en otros lados. Se critica al "periodismo oficial" porque está osificado. Estoy de acuerdo. Y aclaro que un montón de cosas que escribí en Esculpiendo y antes, hoy día me parecen una mierda. Aunque son ustedes los que buscan la Esculpiendo vieja, yo ni siquiera tengo la colección completa. Ya la perdí, lo cual no es muy propio de un pomposo arrogante -como me llama uno por ahí- que debería dormir con sus obras completas bajo la almohada. Cuando ustedes critican es un "servicio a la comunidad". Si yo insinúo que están demasiado obnubilados por sus propias certezas, soy un pedante.

Pero no quiero sumarme al nosotros vs. ellos típico de la idiosincracia argenta. Prefiero cien tipos insultándome en los blogs que cualquiera de las idioteces que se publican en los medios argentinos. Yo seguiré con mi empecinamiento. Y es verdad que no compartimos gustos. Pero no veo ningún impedimento para que se abra un diálogo que no sea siempre con el amigo del blog de al lado. Sin mala leche.

saludos desde un pedestal de barro

Norberto Cambiasso