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Monday, September 21, 2015
Mañana martes, nueva presentación de Vendiendo Inglaterra por una libra
Sunday, September 20, 2015
Pasála, que no vuelva
Andar
con una maldición no es algo que se solucione fácil. El cine de horror es
bastante escéptico al respecto. No hay psicoanalistas y los curanderos, por lo
general, no dan nunca en el clavo. Una mordedura de vampiro es irreversible;
una posesión puede exorcizarse pero el mal queda flotando y cae encima de
cualquier desprevenido. De esta última variedad se agarraron dos clásicos
posmodernos realizados en Japón, país que tiene una sólida tradición en el
género con joyas como Onibaba y Kuroneko, de Kaneto Shindo, y Kwaidan, de Masaki Kobayashi. En la
popular Ringu o La llamada, de Hideo Nakata, una cinta de televisión rematada por
un telefonazo anónimo son certificado de muerte del que sólo puede zafarse
pasándole la cinta a otro. Tres años después, Kiyoshi Kurosawa hizo Kairo (2001), un film estilizado y
perturbador donde el mal viaja por una señal de Internet, casi un homenaje a la
obra maestra de David Cronenberg, Videodrome.
La
segunda ola del cine de J-horror fue tan original y adaptada a los tiempos que,
acorde a su tenor viral, tuvo un éxito instantáneo y de alcance internacional. Ringu devino la película más taquillera
de terror japonés, se disparó una inmediata secuela y al menos cinco films de
J-horror, entre ellos Kairo y, desde
luego, Ringu, fueron versionadas por
la maquinaria hollywoodense con la consiguiente y consabida pasteurización.
El
culto al J-horror en Estados Unidos fue sintomático de la falta de ideas, pero
también sirvió para salir del pantano slasher
que tuvo su hito con las sagas Halloween,
Friday the 13th, A Nightmare on Elm Street y otros festines de sangre. En la
antología V/H/S (2012) un grupo de
cineastas independientes contribuyó a un decálogo de vampiros y exorcismos
experimentales, en tanto Mike Flanagan consiguió en Absentia (2011) y Oculus
(2013) una inusual simbiosis de terror espectral con pesimismo existencialista.
En
el renacimiento de este horror atávico a lo inaprensible, It Follows (Te sigue es
el más literal título local) se posiciona como film estrella de la década. Son
varios los hallazgos que introduce (o reintroduce) el escritor, guionista y
director David Robert Mitchell. Rodada en Detroit, la
película jamás se sitúa geográficamente, pero se nutre de elípticas alusiones a
la decadente capital de Michigan. El camarógrafo Michael Gioulakis realiza
tomas en 360 grados que barren con la expectativa de los personajes, al tiempo
que muestra la herrumbre, los monoblocks abandonados y los baldíos –en el margen
o en foco, pero siempre presentes–.
En
los cinco minutos iniciales que arrancan con el encuadre diurno de una calle suburbana
desierta, de amplias y letárgicas aceras, llenas de hojas de árbol y coches dormitando
en jardines, donde de golpe, desesperada, escapa a los gritos una adolescente,
luego en la playa nocturna, donde encontrará su fin, hasta el plano en picada
de la futura víctima, la mañana siguiente, flotando en una piscina con forma de
tanque australiano, Mitchell quiere al espectador en vilo, temiendo lo que dejó
fuera del cuadro.
La
acción es igualmente oblicua. Los personajes son adolescentes que habitan una
ciudad a su medida y en la que están, paradójicamente, atrapados. Cuando Jay
(Maika Monroe) sale de la piscina y entra a su casa encuentra a una amiga
leyendo El idiota de Dostoievski en
un e-Book de diseño retro futurista, mientras otros amigos miran Killers From Space, una película de
ciencia ficción de los cincuenta, en un viejo televisor valvular. Luego Jay y
su novio Hugh pasean por el barrio, donde conviven autos de última generación
con modelos de los setenta, y llegan a un cine que proyecta Charade (un clásico noir, esencialmente, sobre la desconfianza).
Colando
referencias a la Guerra Fría, Mitchell introduce la paranoia como un
sentimiento que está de vuelta. Su Jay es una heroína como Laurie Strode, el
personaje de Jamie Lee Curtis en Halloween.
Al inicio, el paralelismo de ambos films es insoslayable. La atmósfera de It Follows es una encantadora recreación
del cine de John Carpenter, donde el horror convive con la poesía suburbana. Y
si quedaran dudas, los sintetizadores ominosos de Rich Vreeland emulan sin pudor
a la música que el director de La niebla
hizo para sus propios films, una marca registrada del cine clase B en los años
ochenta.
De
vuelta al cine, previo a la proyección de Charade,
la fanfarria de un organista de espaldas anuncia a El fantasma de la ópera, de Brian de Palma, mientras Hugh ve a una
mujer que Jay afirma no ver. Hugh huye con Jay a rastras, sin explicarle lo que
no vio. La noche siguiente, en la playa, hacen el amor dentro del auto y Hugh
duerme a Jay con cloroformo. Al despertar, Jay está atada a una silla de ruedas
en un estacionamiento abandonado. Hugh le da un breve instructivo: “Te van a
seguir hasta matarte. Pueden tomar cualquier forma, incluso la de algún
conocido. Son lentos pero persistentes. Alguien me lo pasó a mí y ahora yo te
lo paso a vos. Es la única forma de que desaparezca, y tampoco es segura del
todo”.
Entonces,
la primera prueba: una mujer grotesca, como recién salida de la cama, arremete
contra la pareja y Hugh huye con Jay atada en la silla de ruedas, para luego
arrojarla como un paquete en la puerta de su casa. Jay deberá vivir alerta a
cualquier caminante con torpeza zombi, ruinoso como la ciudad misma, al tiempo
de enfrentar dos dilemas. ¿La maldición efectivamente
desaparece y se traslada al otro tras hacerle el amor? Y a diferencia de Hugh,
¿será capaz de sobrellevar la culpa?
Inspirado
en las atmósferas de Carpenter y el horror venéreo de Cronenberg, It Follows es un logro artístico que
revitaliza al género. Al salir del cine, nadie será indiferente a aquel que, torpemente,
se acerque caminando.
Jorge Luis Fernández
Tuesday, September 15, 2015
Taller de Nicolás Diab sobre creación sonora (recomendado)
TALLER DE CREACIÓN SONORA PARA ARTISTAS NO MÚSICOS
Cuatro encuentros de dos hora y media en los que aprenderemos a realizar creaciones sonoras, ya sean independientes o en interacción con otras artes, con nuestros propios recursos y con los que encontremos en el camino.
Nos familiarizaremos también con cuestiones técnicas relativas al sonido para descubrir que, al fin de cuentas, que no hay ningún misterio.
Aunque sí podemos crearlo (el misterio, ¿no?)
Todos los JUEVES DE SEPTIEMBRE de 19:00 a 21:30 desde el jueves 17 de septiembre.
ARANCEL de todo el taller: $600
ZONA: Paternal
INSCRIPCIONES: Por aquí o en nicodiab@gmail.com
PROGRAMACIÖN DE LAS CLASES:
Clase 1
RECONOCIMIENTO Y AMABILIDAD
El área de trabajo
Equipamiento y materiales disponibles
¿Enchufado o desenchufado o ambos?
¿Compu o no compu?
Familiarizarse con equipos, componentes, conectores y ¡Chau misterio!
Uso lo que tengo
Cuido mis oídos
Cuido el sonido
Cuido las cosas
Clase 2
BÚSQUEDA DEL TESORO
Buscar el sonido en lo que nos rodea
La escucha total
Un mundo cantor
“Tocar” las cosas / el cuerpo / la voz
¡A grabar!
Registros puntuales y ambientales
Clase 3
REPARTIR EL BOTÍN
Posibilidades infinitas
Los límites
“Partituras”
Autocrítica y autocomplacencia
La música que se hace sola
La resignación positiva
Clase 4
COMPARTIR EL BOTÍN
Mostrar / escuchar
Lidiar con imprevistos
Problemas en salas de exhibición y performance
La “actuación” del recinto
Más resignación positiva
Nico Diab es músico.
Vive y trabaja en Buenos Aires.
Desde 1988 hasta la fecha ha creado música, bandas sonoras originales y diseños sonoros para radio, cine, TV, teatro, danza, animación, documentales, performances, instalaciones públicas, publicidad y desfiles de moda.
A partir de su vinculación con las artes plásticas, escénicas y performáticas comenzó a experimentar con las instalaciones y los dispositivos sonoros.
Su interés por las grabaciones de campo y la documentación sonora lo llevó a idear, en 1994, Se ve el corazón pero nunca las caras, obra sonora con más de dos décadas de grabaciones que se estrenaría en 2014 en co-producción con el Espacio Ecléctico.
Ha trabajado junto a Marta Minujín, Narcisa Hirsch, Graciela Taquini, Boy Olmi, Oscar Barney Finn, Gustavo Garzón, Silvio Lang, Pablo Solarz, Federico Zypce, Alan Courtis y Ar Detroy, entre otros.
Dirige, junto a la coreógrafa Gabriela Romero, la compañía de danza De La Paternal, y junto a Leandra Rodríguez, la Compañía E de teatro.
Se encuentra trabajando en el dideño sonoro de Sensación Térmica, proyecto conjunto de la coreógrafa Mariana Belloto y la Central de Creación.
Fue director de campanario durante el concierto de campanas Será Buenos Aires, de Llorenç Barber, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y el GCBA.
Ha creado la música original de Love, aplicación basada en el libro homónimo de Gian Berto Vanni, ganadora del Bologna Ragazzi Digital Award 2014
Ha creado la música original y el diseño sonoro de Destino, de Graciela Taquini, Primer Premio Adquisición del Salón Nacional de Artes Audiovisuales 2014.
Su música fue publicada por la Electronic Music Foundation de New York.
A través del sello Viajero Inmóvil, ha publicado tres discos al frente de las agrupaciones Las Orejas y La Lengua y Daddy Antogna y Los de Helio, que han cosechado elogiosas críticas en todo el mundo.
http://nicodiab.flavors.me/
https://www.facebook.com/seveelcorazon
https://www.facebook.com/nicodiabmusica
http://soundcloud.com/nico-diab
https://www.youtube.com/user/baidocin/videos
https://nicodiab.bandcamp.com/
Cuatro encuentros de dos hora y media en los que aprenderemos a realizar creaciones sonoras, ya sean independientes o en interacción con otras artes, con nuestros propios recursos y con los que encontremos en el camino.
Nos familiarizaremos también con cuestiones técnicas relativas al sonido para descubrir que, al fin de cuentas, que no hay ningún misterio.
Aunque sí podemos crearlo (el misterio, ¿no?)
Todos los JUEVES DE SEPTIEMBRE de 19:00 a 21:30 desde el jueves 17 de septiembre.
ARANCEL de todo el taller: $600
ZONA: Paternal
INSCRIPCIONES: Por aquí o en nicodiab@gmail.com
PROGRAMACIÖN DE LAS CLASES:
Clase 1
RECONOCIMIENTO Y AMABILIDAD
El área de trabajo
Equipamiento y materiales disponibles
¿Enchufado o desenchufado o ambos?
¿Compu o no compu?
Familiarizarse con equipos, componentes, conectores y ¡Chau misterio!
Uso lo que tengo
Cuido mis oídos
Cuido el sonido
Cuido las cosas
Clase 2
BÚSQUEDA DEL TESORO
Buscar el sonido en lo que nos rodea
La escucha total
Un mundo cantor
“Tocar” las cosas / el cuerpo / la voz
¡A grabar!
Registros puntuales y ambientales
Clase 3
REPARTIR EL BOTÍN
Posibilidades infinitas
Los límites
“Partituras”
Autocrítica y autocomplacencia
La música que se hace sola
La resignación positiva
Clase 4
COMPARTIR EL BOTÍN
Mostrar / escuchar
Lidiar con imprevistos
Problemas en salas de exhibición y performance
La “actuación” del recinto
Más resignación positiva
Nico Diab es músico.
Vive y trabaja en Buenos Aires.
Desde 1988 hasta la fecha ha creado música, bandas sonoras originales y diseños sonoros para radio, cine, TV, teatro, danza, animación, documentales, performances, instalaciones públicas, publicidad y desfiles de moda.
A partir de su vinculación con las artes plásticas, escénicas y performáticas comenzó a experimentar con las instalaciones y los dispositivos sonoros.
Su interés por las grabaciones de campo y la documentación sonora lo llevó a idear, en 1994, Se ve el corazón pero nunca las caras, obra sonora con más de dos décadas de grabaciones que se estrenaría en 2014 en co-producción con el Espacio Ecléctico.
Ha trabajado junto a Marta Minujín, Narcisa Hirsch, Graciela Taquini, Boy Olmi, Oscar Barney Finn, Gustavo Garzón, Silvio Lang, Pablo Solarz, Federico Zypce, Alan Courtis y Ar Detroy, entre otros.
Dirige, junto a la coreógrafa Gabriela Romero, la compañía de danza De La Paternal, y junto a Leandra Rodríguez, la Compañía E de teatro.
Se encuentra trabajando en el dideño sonoro de Sensación Térmica, proyecto conjunto de la coreógrafa Mariana Belloto y la Central de Creación.
Fue director de campanario durante el concierto de campanas Será Buenos Aires, de Llorenç Barber, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y el GCBA.
Ha creado la música original de Love, aplicación basada en el libro homónimo de Gian Berto Vanni, ganadora del Bologna Ragazzi Digital Award 2014
Ha creado la música original y el diseño sonoro de Destino, de Graciela Taquini, Primer Premio Adquisición del Salón Nacional de Artes Audiovisuales 2014.
Su música fue publicada por la Electronic Music Foundation de New York.
A través del sello Viajero Inmóvil, ha publicado tres discos al frente de las agrupaciones Las Orejas y La Lengua y Daddy Antogna y Los de Helio, que han cosechado elogiosas críticas en todo el mundo.
http://nicodiab.flavors.me/
https://www.facebook.com/seveelcorazon
https://www.facebook.com/nicodiabmusica
http://soundcloud.com/nico-diab
https://www.youtube.com/user/baidocin/videos
https://nicodiab.bandcamp.com/
Friday, September 04, 2015
La misa negra de la reina ártica
Pharmakon
en Lado B de Niceto, sábado 29 de agosto.
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Foto: Pharmakon by Samantha Marble |
No
es común ver el show de alguien mientras hace historia. Por eso, la visita de
Margaret Chardiet, alias Pharmakon, atrajo a buena parte del cognoscenti porteño. Rubia natural de 24
años y mirada perturbadora, Chardiet declinó ser la próxima Miley Cyrus para
convertirse en la nueva portavoz del noise norteamericano. El género de ruidos
y alaridos tiene una larga tradición en el país del norte y Chardiet es directa
descendiente de Lydia Lunch, la vedette virulenta de No New York, el clásico álbum noise producido por Brian Eno en 1978.
Entre
2002 y 2005, gente como Wolf Eyes y Sightings reavivó la estética desde un
lugar abstracto y conceptual, como luditas enfrentados a las aplicaciones
virtuales de la era digital. Pharmakon, en cambio, retoma desde la catarsis de
Lunch, el post-apocalipsis ballardiano
de los legendarios Throbbing Gristle y el asalto a los sentidos del japonés
Merzbow; sus acciones son ruido sonoro, visual y performático.
Como
acto soporte, el ex Reynols Alan Courtis preparó un appetizer atinado, con
mantras en un emulador de órgano de iglesia y capas granuladas de ambient
gótico, pero eventualmente el set tomó un giro agresivo y violento, quizás,
perturbado por la intrusión del grupo que tocaba en la sala central de Niceto. La
misma falla organizativa perturbó, para bien o mal, a la norteamericana. En
tinieblas por el humo azul que brotaba del escenario (y por momentos tornó al
lugar irrespirable), entre su cortina secuenciada y el batifondo aledaño,
Pharmakon demoró en largar su set e incluso lo interrumpió en algún punto, molesta
por las irregularidades.
Una
serie de golpes industriales, evocadores del viejo Throbbing Gristle, dio
inicio al set de Chardiet, que al instante entró a gemir como una foca herida
entre lacerantes guitarras pregrabadas. Así todos olvidaron la espera, el humo,
los ruidos del vecino, y fueron tomados de la garganta por “Body Betrays Itself”,
pieza central de Bestial Burden.
Reciente
larga duración para la atractiva etiqueta Sacred Bones, Pharmakon grabó Bestial Burden tras reponerse de la
extracción de un quiste que por poco le quita la vida; la provocadora tapa, con
el torso de Chardiet cubierto de vísceras animales, da cuenta de eso, y la crítica
se obstinó en vincular al hecho con la visceralidad de su música. En realidad, el
resultado es un crecimiento y hasta un refinamiento en la propuesta.
En
un show aparentemente azaroso, pero inteligentemente programado, entre
ininteligibles murmullos Chardiet pegó un grito y lo subió dos octavas con un
golpe de consola. Y cuando el maremágnum estaba
narcotizando al público, acabó noqueándolo con un golpe escénico.
Rodando
los secuenciadores, la neoyorquina, poseída por el demonio de Linda Blair, se iluminó
la cara desde el mentón y gritó alguna clase de maldición a los posesos de la
primera fila; después (se veía venir) bajó de un salto y siguió a los gritos,
ida y vuelta entre el público, perseguida por una chica gótica cual Renfield con
el Conde Drácula. Las shock tactics
continuaron mientras sonaba el más rockabillesco
“Autoimmune”, deudor de Suicide; Pharmakon enlazó con su micrófono a otro
vampiro del noise, para someterlo a una danza ritual.
En
el intento de retomar cierta postura sanguínea, inaugurada décadas atrás por el
accionismo vienés, la faceta performática de Pharmakon puede parecer impostada.
Pero en medio de tanto pillaje a los ochentas, de falsificaciones sin rostro, réplicas
y confusión, Chardiet muestra una vía alternativa, auténtica y vital.
Jorge Luis Fernández
Aparecido en La Nación del sábado 5 de septiembre
Aparecido en La Nación del sábado 5 de septiembre
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