El lunes comenzó por fin el homenaje al compositor argentino Mauricio Kagel con tres obras dirigidas por él mismo en el teatro Colón y una brevísima brisa de ciclistas malograda por el ruido ambiente. Probablemente escriba algo cuando pase un poco el furor. Por ahora, los dejo con un link de un comentarista juicioso sobre lo que aconteció anteanoche. Pueden leerlo en http://www.clarin.com/diario/2006/07/19/espectaculos/c-00401.htm
Sólo quisiera agregar que no dejo de sorprenderme por el poder amplificador (si se me permite un término tan feo) de la prensa argentina. Luego de décadas de ignorarlo, ahora el país más ingrato del universo para con sus propios artistas, lo festeja hasta convertirlo en un éxito de público. Aunque mucha de la gente que se arremolinaba en las escalinatas del teatro no tenía la menor idea de qué se trataba, allí estaban, obedientes a los dictados de los medios.
Como sea, por una vez el reconocimiento tardío es absolutamente merecido. Por supuesto, a partir de ahora, nos encontraremos con que la mayoría eran kagelianos de la primera hora. Poco importa. Sí importa la ovación que la audiencia le brindó a Kagel al final del concierto. Está bien que así sea. Aunque ni medios ni institución argentina alguna hayan hecho nada para favorecer la difusión de una obra que se encuentra entre las mejores de la música contemporánea.
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