Puesto que hace ya casi dos años que me encuentro trabajando junto a Daniel Varela en un archivo de música experimental argentina, subiré con cierta frecuencia algunos de los comentarios sobre discos que he estado redactando como parte del trabajo y que ocupan ya cientos de páginas. No son discográficas en el sentido estricto del término. Más bien una suerte de borradores de escucha que, no obstante, espero sirvan para que los lectores se hagan un panorama más adecuado de una experimentación argenta que circula por canales demasiado subterráneos y acotados. Arrancamos con la colaboración que Alan Courtis editó junto al japonés Kouhei Matsunaga en 2005. Muchos otros le seguirán pronto.
Courtis, Anla/ Matsunaga, Kouhei. Courtis_Matsunaga. Prele, prl001, París. 2005.
Una colaboración en presencia, en ausencia y hasta “telepática” en una especie de split CD entre dos reconocidos exponentes de la escena experimental contemporánea. Kouhei Matsunaga es originario de Osaka, estudiante de arquitectura y factotum del sello Flying Swimming. Nuestro Alan Courtis a esta altura ya no necesita de presentación alguna. Juntos y por separado son responsables de estas nueve piezas de una electrónica inquieta y cambiante. Abren el disco las versiones originales de cada uno, donde la austeridad dronológica y low-fi del tema de Courtis (“Amnesia of amnesia”) contrasta con la riqueza barroca, con cintas al revés y paneos de la consola, del hi-tech noise de Matsunaga (“Broken I also r”) Acto seguido, cada músico remezcla el track del otro inyectándole su propia idiosincrasia. Courtis hace del track de Matsunaga una disparatada investigación sobre las propiedades metafísicas del pochoclo acaramelado, mientras el japonés convierte la reticencia del argentino en una variación lujosa y continua del rango dinámico. La diferencia horaria de 12 horas entre Japón y Argentina no es obstáculo para que presenciemos (auditivamente hablando) el encuentro telepático entre ambos músicos que tuvo lugar el lunes 27 de septiembre de 2004. Allí, sin que uno pueda escuchar lo que está haciendo el otro y viceversa (al menos en este plano astral), toda clase de sonidos pugnan por liberarse del continuo de resonancias armónicas que atraviesa el tema. Las consecuencias de este intercambio de mentes parecen haber sido lo suficientemente fructíferas como para promover un encuentro face to face el 4 de febrero de 2005, con el excéntrico ruidista Rudolf Eb.er de intermediario. Una sinfonía de ruidos donde, de vez en cuando, se adivina la presencia de la guitarra y de algún/os viento/s cuyos registros parecen a mitad de camino entre el de una flauta aguda, el de un saxo y el de una trompeta de bolsillo.
Una colaboración en presencia, en ausencia y hasta “telepática” en una especie de split CD entre dos reconocidos exponentes de la escena experimental contemporánea. Kouhei Matsunaga es originario de Osaka, estudiante de arquitectura y factotum del sello Flying Swimming. Nuestro Alan Courtis a esta altura ya no necesita de presentación alguna. Juntos y por separado son responsables de estas nueve piezas de una electrónica inquieta y cambiante. Abren el disco las versiones originales de cada uno, donde la austeridad dronológica y low-fi del tema de Courtis (“Amnesia of amnesia”) contrasta con la riqueza barroca, con cintas al revés y paneos de la consola, del hi-tech noise de Matsunaga (“Broken I also r”) Acto seguido, cada músico remezcla el track del otro inyectándole su propia idiosincrasia. Courtis hace del track de Matsunaga una disparatada investigación sobre las propiedades metafísicas del pochoclo acaramelado, mientras el japonés convierte la reticencia del argentino en una variación lujosa y continua del rango dinámico. La diferencia horaria de 12 horas entre Japón y Argentina no es obstáculo para que presenciemos (auditivamente hablando) el encuentro telepático entre ambos músicos que tuvo lugar el lunes 27 de septiembre de 2004. Allí, sin que uno pueda escuchar lo que está haciendo el otro y viceversa (al menos en este plano astral), toda clase de sonidos pugnan por liberarse del continuo de resonancias armónicas que atraviesa el tema. Las consecuencias de este intercambio de mentes parecen haber sido lo suficientemente fructíferas como para promover un encuentro face to face el 4 de febrero de 2005, con el excéntrico ruidista Rudolf Eb.er de intermediario. Una sinfonía de ruidos donde, de vez en cuando, se adivina la presencia de la guitarra y de algún/os viento/s cuyos registros parecen a mitad de camino entre el de una flauta aguda, el de un saxo y el de una trompeta de bolsillo.
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