Se Oyen Los Pasos (titulo basado en “We can hear the steps”, canción perteneciente a la banda Los Vidrios Quebrados) es el flamante libro del escritor y músico chileno Gonzalo Planet, quien documenta la sabrosa historia de los primeros años del rock chileno en un período que comprende desde 1964 hasta 1973.
Una de las grandes virtudes de Planet es la eficaz manera de entregar la visión o postura ideológica que tuvieron las bandas de aquel entonces. De cómo la ultra conservadora sociedad chilena, la falta de recursos tecnológicos y la posterior dictadura militar fueron elementos decisivos para marcar hasta estos días el desarrollo y evolución del rock chileno.
Los inicios de la década de los 60’s estuvieron dominados por La Nueva Ola, un inofensivo destilado rockero en el que los artistas interpretaban versiones de éxitos probados en los Estados Unidos, logrando impresionantes cifras de ventas. Fue tal el suceso de esta Nueva Ola que logró opacar sin problemas a una banda que cambiaría el mundo para siempre como The Beatles.
En este panorama de desinformación absoluta, el prototipo de chico rockero estaba conformado por jóvenes de clase acomodada que tenían acceso a viajar a Europa y Norteamérica y podían traer instrumentos, amplificadores, efectos y discos que en aquel entonces eran imposibles de hallar en el país. En este marco aparecieron las primeras bandas locales, siendo la gran mayoría de ellas ideológicamente inofensivas. La indiferencia de esas bandas ante un periodo de cambios perjudicó su exposición pero marcó también una constante histórica en el desarrollo del rock local: la falta de credibilidad. De aquí se puede intuir el suceso social que tuvo una banda como Los Prisioneros casi dos décadas mas tarde.
Al poco tiempo y durante el gobierno del presidente Salvador Allende se agudizó la polarización política y social, donde los rockeros no pudieron encajar en ninguno de los dos bandos. La izquierda los acusaba de seguir las tendencias imperialistas por el hecho de cantar en inglés, tocar guitarras eléctricas y emular a las bandas angloparlantes. Por otro lado, la derecha los trataba de drogadictos y degenerados por usar el pelo largo. Así y todo, los músicos se las arreglaron como pudieron para editar discos hasta que llegó el nefasto 11 de Septiembre de 1973, día en que los militares tomaron el poder.
Resulta escalofriante el capítulo dedicado al pronunciamiento militar y comprobar como gran parte del patrimonio musical chileno fue incinerado o tirado a la basura. El aparato represivo terminó por surtir efecto rápidamente y así se produjo un cortocircuito estético e informativo que mermó toda posibilidad de desarrollo artístico y discográfico para las bandas. Muchas optaron por emprender retirada y las menos continuaron su trabajo en medio de la absoluta clandestinidad o emigraron a otros países como en el caso de Los Jaivas, quienes luego de un fructífero período en Argentina emprendieron rumbo a Francia.
Se Oyen los Pasos está lleno de sabrosas anécdota e historias relatadas por los protagonistas de aquellos años. Una completísima discografía está disponible en uno de los apéndices del libro y no es descabellado pensar que este libro pueda ser el documento definitivo de los primeros días del rock chileno. El texo dedica capítulos especiales a todas las bandas que tuvieron algo importante que decir en aquellos días, desde sus curiosos orígenes hasta sus abruptos finales, casi todos truncados por una serie de fenómenos sociales que terminaron por aturdir a varias generaciones de jóvenes chilenos.
Se oyen los pasos puede ser conseguido a través de:
seoyenlospasos@yahoo.com
matorral_@hotmail.com
Iván Daguer
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