N.- ¿Cuáles son los primeros proyectos de El Oído Salvaje?
F.- Los primeros
proyectos fueron una especie de producciones colectivas que le presenté a HIVOS,
que se presentaban a manera de audición, instalación. Tuvimos mucha suerte
porque como ya habíamos tenido una audiencia del programa de radio era como:
“-Hemos vuelto!”, ya no en la radio pero estamos. Haber tenido el programa en
radio nos dio un lugar y una pequeña audiencia que nos sigue hasta ahora.
La gente que teníamos
en Navegantes del Éter, que era el
programa, luego iba a La Escuela del Escucha,
a intervenciones en teatro que eran audiciones que no se habían hecho. Era ir
al teatro a oír, sin ningún dispositivo visual, sin nada. Era ir a la sala a
escuchar que no había pasado tanto y todo pregrabado. Así fuimos capitalizando
esa audiencia, la que luego va a Poesía
Mano a Mano. Hay un pequeño hilo que no hemos querido perder. El primer
proyecto que marcó el giro fue este: dos proyectos para hacer dos producciones
en colectivo, yo era el productor, echábamos unos temas, yo voy a trabajar con
grabación de campo, voy a hacer una cosa un poco más MIDI y ayudaba a producir
pieza a pieza. Éramos 5 ó 6 en esa época, cada uno producía una pieza con un
presupuesto y luego discutíamos cómo juntar las piezas. Si va una, luego la
otra, si va la mitad y luego viene. Discutíamos cómo armar esta especie de
collage o de híbrido ahí junto armando eso.
Hicimos otra en una
plaza de toros. Ese fue un proyecto de Iris que produjimos entre todos. Una
puesta en escena de una obra electroacústica de ella. Era una parte textual
sobre textos de García Lorca que sucedía a las 5 de la tarde. Y lo hicimos a
las 5 de la tarde en una plaza de toros y la gente oyendo y al final teníamos
un mínimo dispositivo performático y que funcionó súper bien porque es una
pequeña plaza de toros en el centro de Quito que no se usa mucho y que era
ideal para eso, permitía una suerte de cuadrafonía, un poco falsa pero era
interesante. Para el medio en esa época era muy novedoso y nos ayudaba a
mantener el interés con esta pequeña audiencia que nos ubicaba.
Luego yo le propuse
al Museo de Arte Contemporáneo de Guayaquil hacer un ciclo en una galería de
arte que incluía instalaciones sonoras, audiciones, un par de charlas. Fue el
primer ciclo que organizamos con temas, con invitados, con audiciones
seleccionadas.
N.- Como una experiencia curatorial.
F.- Sí, era una mesa
de curaduría con pedagogía. No está clara la frontera. Y funcionó muy bien en
Guayaquil. Igual por temas presupuestarios no nos habíamos podido desplazar a
Guayaquil. El museo y la galería nos invitaron. Ese primer ciclo que
no recuerdo si fue en 2001 o 2002 fue como el arranque. Y dijimos “sí”, este es
el campo, este es el terreno y a asentarse ahí.
N.- Hablando de los proyectos, empiezo por uno que estaba escuchando
justo antes de venir acá: Laboratorio Iquitos. Cuando uno lo escucha y lee la
información entiende que es un tipo de intervención en el sentido del soundscape,
con la peculiaridad de que justamente habían elegido Iquitos en directa
relación con esa posición de frontera que efectivamente existía entre tres
países diferentes. Cuéntame algo de eso.
Entiendo que además en el proyecto participan experimentadores de Perú, de
Ecuador y de Colombia, por lo menos por los que conozco de nombre.
F.- Ese es un
proyecto súper clave. Lo que hemos ido haciendo en el tiempo es afincándonos y
marcar distancias con ciertas cosas.
N.- Después vamos a hablar de ideología. Hay una posición bien marcada
en el Oído Salvaje.
F.- Empezamos con
este corte con lo alemán, no sólo lo alemán, toda esa línea electroacústica y
de música moderna europea. Ese corte termina en
Laboratorio Iquitos donde hubo
una serie de diferencias y de conflictos muy puntuales que ya nos dejan claro
que llegamos a un punto en donde la opción es generar una plataforma paralela
si se quiere. Unos relatos paralelos y fuertes que puedan entrar a disputar en
términos de discurso con todas estas historiografías y estos relatos duros del
paisaje sonoro, por ejemplo.
N.- ¿Incluido Murray Schafer? Hay una polémica explícita con Schafer.
F.- Exactamente. Esto
tiene un antecedente, un proyecto mío sobre grabación de campo que se llama UIO - GYE, que son
las iniciales de Quito y Guayaquil, un proyecto de grabaciones de campo que
hice del 2000 al 2002. Yo vivía en estas ciudades porque me casé y viví entre
Quito y Guayaquil. Y dije: “ya que la vida me tiene con un pie aquí y un pie
allá voy a empezar a grabar”. Y empecé a grabar y grabar y grabar y luego
empecé a jugar a un contraste, a una especie de paneo discursivo. Te vas a una
ciudad, vienes a otra, cruzas, vas y ahí empezó esta inquietud de desmontar los
paradigmas Schafer y pensar cuál era el lugar de la grabación de campo. A
nosotros nos interesaba esta idea de desmontar el sistema escucha, ver cómo se
construye y empezar a pensar cuál era el lugar de las cosas. Fue la primera vez
y en ese proyecto que dijimos: “-Pongámosle en la parrilla Schafer”. Fue un
proyecto un poco polémico, tuvo censura porque era un proyecto de grabación de
campo que duraba doce horas para al final ser amplificado en dos espacios
públicos emblemáticos de las ciudades, el mismo día, doce horas juntas y tener
un sistema de transmisión satelital. Y en una ciudad se paró a las tres horas y
media porque había un contenido político explícito que no le gustó a la
alcaldía. Se cortó. Iba de ocho de la mañana a ocho de la noche y en Guayaquil
se cortó como a las once y media. Chau! Afortunadamente yo
pude retirar los discos porque eso podía ser causal de demanda del Municipio
por agravios a la ciudad.
Y la otra, en Quito,
duró como hasta la una y media y fue desalojo con policía. Era muy interesante
porque era una obra absolutamente inofensiva. Tú la oyes y en términos de experimentación no es mayor cosa. Más bien es como muy simple si se
quiere. El peso está ahí en el juego de deslocalizar una sonoridad por otra. Lo
atrevido es llegar a un punto en que no sabes en qué ciudad estás. Y a mí me
interesaba esa ambigüedad porque las dos ciudades están históricamente como muy
polarizadas. La una es un puerto y la otra está en las montañas. Hay todo un
relato de que entre Quito y Guayaquil hay unas tensiones porque ambas son las
capitales. Un relato como oficial. La idea era recorrer a pie ambas ciudades
para ver si eso era cierto o no. En términos explosivos o de contenidos
críticos no hay nada, más bien la estrategia es la que juega ahí, ¿no? Así
surgió la primera inquietud de “revisemos a Schafer”.
N.- Lo curioso de Schafer es que tiene esa cosa pseudo-ecologista. A
Schafer le molesta la contaminación sonora. La contaminación sonora, aunque yo
no conozco Ecuador, es característica de nuestras ciudades. Lo es de Lima,
Buenos Aires tampoco se queda atrás y por lo que tengo entendido Quito también la
tiene, aún siendo una ciudad mucho más chica. En términos de cómo pensar lo que
ocurre en nuestras ciudades, mucho de lo que ocurre parecería ir a contramano
justamente de lo que quisiera un Schafer.
F.- Exactamente. Ese
proyecto empezó en Bogotá. Fue una idea de Christian Yapel, quien estaba
trabajando en el Goethe, Jaime Cerón,
que es un curador, y Mayra. Y como estaba el elemento Goethe tenía que haber
una infraestructura alemana para la cuestión.
Ellos no sabían cómo
llamarle, ahí empezó el problema. Dijeron:-“Tenemos que traer un curador de
Alemania”. Propusieron una opción y él dijo las fechas y que: -“esto va a ser
así, así y así. Quiero este perfil de artistas, quiero este equipamiento y el
resultado va a ser éste y el resultado es con ese sonido voy a hacer tal cosa y
un disco y cuesta tanto”. Ahí Jaime, Christian
y Mayra tuvieron una batalla campal y sangrienta con este señor hasta que el
señor dijo: -“Bueno, si van a joder tanto con esto, gracias”.
Entonces apareció la
figura de Sabine, un perfil menos conflictivo pero al final terminó siendo
igual de conflictivo. Si bien ella era un personaje menos conflictivo le costó
un montón desapegarse de que primero no era un proyecto de ella, el proyecto
era de toda la gente, estaba el apoyo de Radio
La Voz de la Selva que es una radio
comunitaria muy pobre que estaba involucrada en cuestiones políticas. O sea es
un escenario muchísimo más complejo. Entonces el tema de la grabación de campo
se va volviendo más y más y más complejo y se vuelve como un lugar en donde ya prender
la grabadora y poner el micrófono termina siendo un acto más complejo. Aún con
esas discrepancias lograron terminar el proyecto. Sabine terminó muy dolida
porque además los artistas se sintieron demasiado…
N.- ¿Presionados?
F.- No, todos fueron
a trabajar. Porque además fue un proyecto en donde trabajaron con mucha
precariedad: un par de laptops, unos softwares bien básicos y era parte de un
lugar en donde a veces se va la electricidad, donde hacía un calor de 50
grados. Era un lugar bastante problemático pero parte de Laboratorio era
construir desde ahí. Había una suerte de descalificaciones técnicas….-“¿por qué
no traen este equipo y donde están las Mac?”. Un poco la línea del Laboratorio
era do it yourself. A trabajar con lo
que se tiene y más que salir a grabar era sentarse a pensar porqué grabar. El
proyecto terminó y lo importante es que no se ha acabado. Ahora se está
haciendo como un nuevo documento que le da un punto final a esto. A nosotros
nos pareció que la mejor manera era hacer un documento de trabajo donde se oyera
lo que se hizo y abrir ese debate sobre cuál es el lugar de la grabación de
campo, este campo de residencias y de desplazamiento de artistas a lugares
exóticos que está de moda. Hay, por lo menos en nuestra zona, un furor por la
grabación de campo.
N.- Francisco López estuvo recorriendo la región. Creo que ahora está
en Lima o está llegando. Ha estado acá hace unos años. En general para cierta
clase de soundscape se ha convertido en un referente, en particular de La Selva en adelante.
F.- Nosotros queríamos
proponer un primer documento de trabajo que ayudara a pensar los lugares
linderos del concepto de soundscape.
Ubicar esa práctica en contextos específicos para agendas específicas. Pensar
qué lugar tienen los archivos. Pensar el tema de autoría, contexto, grabación,
cómo puede uno ir a la
Amazonia y generar una plataforma autoral, si el registro te
legitima como autor. Esas son las discusiones que nos interesan. Es como un
segundo momento porque el primero fue UIO - GYE. Sabine
todavía quería ser curadora del evento y no había curadores, no había nada. Lo
que había era como una especie de catalizadora de una plataforma donde todos
aportaban, todos eran los dueños, no había autores y eso los descentraba mucho
a ellos. ahora que ha pasado el tiempo creo que está bien que Mayra se tome el
tiempo para presentarle ya un lugar un poco menos apasionado y más claro. Creo
que ese tipo de experiencias puede dar para preparar una nueva versión donde ya
se afinen esas cosas.
N.- Lo que se escuchaba, que parecía ser común entre todos los
participantes, era que se articulaba algún tipo de relación muy particular
entre la Naturaleza, imposible de pasar por alto, más cierta cosa urbana con
una suerte de declinación, no sé si llamarla regional, fuertemente
característica de la zona. Claramente había una preocupación por articular el
cruce entre esas dos materias sonoras.
F.- Una cosa
importante es que Iquitos es una de las ciudades más ruidosas de América
Latina. Hay un nivel de contaminación por ruido altísimo porque hay una industria
de automotores, de motos.
N.- Por eso pensé que iba a contramano de Schafer en ese sentido.
F. Por eso es
interesante cómo este dispositivo juega con Radio
La voz de la selva, por ejemplo, que es una radio de agenda comunitaria,
política, que está discutiendo también el tema del ruido pero el tema del ruido
como un tema de economía global porque no me acuerdo si Yamaha u Honda fabrica
motores por ahí. Hay una abundancia de motos y de pequeños motores que van por
los canales y hay mucho motor de deshecho también. Muchos motores que están
descartados en otros lugares, en la costa o en ciudades centrales y llegan ahí
y son reparados.
N.- La misma función tiene Manaus en Brasil, una ciudad con
características similares.
F.- Exactamente. Entonces
esta idea del reciclaje, del pensar el ruido como algo local. Pensar el ruido
en contexto era como interesante. Lo queríamos hacer luego en frontera norte
pero quedó en el aire. Cuando terminemos esto vamos a pensar eso. Igual está
hecho como documento de trabajo y esa es una cosa que el medio ya lo acepta
porque como en nuestros países no se publica tanto cuando se publica se asume
como letra dura. Lo que no queremos es hacer el gran relato de la práctica experimental
sino producir en el tiempo una serie de documentos en los que se vaya viendo el
avance de cómo se van dando las cosas. Entonces ese fue Iquitos y ahora que se afine la nueva publicación va a haber una
segunda experiencia.
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