N.- Contame un poco sobre el proyecto Mano a Mano. Cristian Proaño tuvo
la gentileza de pasarme una copia y quedé verdaderamente impresionado: por
descubrir un enorme reservorio de poesía ecuatoriana, que salvo por un par de
poetas desconocía por completo, y por la concepción, diría bastante desenfadada,
con la que lo armaron.
F.- Ese proyecto, que combina experimentación
sonora con poesía, está paradójicamente marcado por el fracaso. A mí me encanta
aprovecharme de ciertas estrategias mediáticas para trabajar desde la
precariedad. Me encanta publicar, me encanta producir. Ya teníamos experiencia
de La Escuela del Escucha y se me
ocurrió hacer un evento grande. Todo era muy precario. Conseguimos unos
pequeños auspicios para hacer unos impresos. Conseguíamos la sala, nos
llevábamos todo el estudio de grabación al teatro, prácticamente yo tenía que
ir a vivir al teatro una semana porque era un teatro que no ofrecía ninguna seguridad
sobre el equipo y me salía costosísimo armar y desmontar cada día por tema de
transporte, de ayuda, de todo. Eran jornadas de grabación de una semana, con
público lleno. Montaron un ring en el teatro. Era un ring redondo como en el
libro de Joyce Carol Oates. Y fue interesante porque como nosotros no tenemos unas
industrias culturales fuertes, no tenemos una tradición del registro, salvo
Jorge Enrique Adoum que tiene una serie de experiencias en Casa de las Américas
en La Habana ,
alguna grabación informal de César Davila Andrade. Ahí aparece una vertiente interesante de discutir:
dónde está el lugar del archivo, dónde están estos proyectos de gestión de la memoria.
Ahí dijimos: - “hagamos un “archivo” que sirva para algo, que no termine en una
bóveda ni en el disco duro de una institución ni nosotros en nuestro clóset y
que sirva”.
N.- Lo que nos está pasando a nosotros ahora con todo un proyecto de
recuperación de la experimentación sonora en Argentina que quedó atrancado en
el CCEBA. Estamos viendo como volver eso
público y darle un corte final.
F.- No es nosotros como dices porque es la
inquietud de toda nuestra generación. Ana Romano en Bogotá tiene el mismo
asunto, ha salvado de la basura prácticamente todo el fondo documental sobre
Jacqueline Nova. Eso no va a ir a la bóveda de un museo como el fondo inaccesible
para que vayamos cinco. En ese sentido creo que sí es muy generacional estar
mucho más cercano a manipular ciertas estrategias de incipiente industria
cultural o de los medios, como se quiera llamar. Hay una vocación por difundir
a mayor escala. Y a nosotros desde el principio nos enganchó la idea de hacer
un disco compilatorio. Lamentablemente nunca tuvimos auspicio económico y ese
es un proyecto que yo financié de mi bolsillo. Hacíamos ciclos. Se grababa una
semana, esperábamos un mes, dos meses a ver si cae la plata y grabábamos un
segundo ciclo. Iban a ser cuatro, llegaron a ser tres hasta que en el tercero
yo me quedé arruinado y ya no pude sostener el proyecto y se paró como al año y
ya todo estaba grabado. No conseguimos dinero para producción, intentamos para
post producción, tampoco. En esa época el Ecuador vivía una época atroz, de muy
poco auspicio privado, ninguna política de apoyo público.
N.- Economía dolarizada
F.- Economía
dolarizada. Era muy difícil, el proyecto se quedó parado como un par de años, yo
me quedé con la esperanza de hacer el cuarto ciclo y así terminarlo hasta que
pasaron dos años, tres años y yo dije: -“bueno, esto ya no lo puedo terminar”.
Y ahí quedó. Luego me involucré en otras cosas y quedaba ahí y era como un
pendiente que yo tenía porque el archivo de Oído
Salvaje está en mi casa y cada vez que veía ahí esa caja llena de
cassettes, de DATs, porque lo grabamos en cuatro canales en DAT, me daba así
como un “Uf!, algún día lo haremos”. Hasta que un día (tomar distancia con el
archivo fue bueno) se reactivó a propósito de la muerte de Jorge Enrique Adoum.
Se muere Adoum y al día siguiente me llama el Ministro de Cultura y me dice:
-“Hola Fabiano, cómo estás, ustedes tienen el único registro digital de Jorge
Enrique Adoum. Hagamos algo”. Era un chiste que yo les hacía perversamente a
algunos amigos. Tenemos un par de poetas muy mayores, muy buenos y
paradójicamente los dos más viejos son los más contemporáneos. Pasa lo mismo
con los compositores: el más contemporáneo de todos, Mesías Maiguashca,
75 años y los de 20 están pensando en gestos modernistas.
Y a partir de la
muerte de Jorge Enrique surgió la posibilidad de que publiquemos su encuentro con
Efraín Jara, un poeta muy interesante porque es el poeta más contaminado por la
música: un tipo que oía a Stockhausen y estaba mucho en la música serial y la
estructura de su escritura tiene que ver mucho con un juego de estructura
musical moderna y contemporánea. Publicamos ese documento, hicimos diez mil
gratuitos y ahí yo dije: -“Es el momento de acabar esto” y le presenté el
proyecto a Prince Claus y entró. Fue un proyecto bastante largo porque yo necesitaba
más o menos 30 mil dólares para terminarlo y tenía 18. Entonces tuve que hacer
un montón de ajustes, me tocó hacer casi todo el trabajo a mí. Quería hacer
algo que obligara a la poesía ecuatoriana, porque la poesía ecuatoriana es
extremadamente conservadora, de hecho en las grabaciones se nota que el gesto
vocal, el grano de la voz como dice Barthes, tiene ahí sus tensiones porque el
tipo de lectura que se ejecuta es muy de la tradición del recital poético
excepto Paul Puma, algunos más jóvenes que tienen un uso del lenguaje más
novedoso, más experimental. Es un apego muy lineal al texto escrito. Algunos
incluso leen muy mal. Y para mí fue como una comprobación de que en los poetas
no había una voluntad de desplazarse hacia otro lenguaje.
N.- La poesía sonora brilla por su ausencia.
F.- Exactamente. Yo
le decía a Mayra: “nosotros hicimos un proyecto sonoro y terminó en evento
literario” Encontré muy poca voluntad en ellos de reconocer que no estaban en
un recital (de poesía), estaban en un escenario. En términos de experimentación en el lugar
todo estaba permitido. En uno se metieron unos performers de un colectivo que
se llamaba Los sánsicos de los 60, un grupo clave en cierta línea de vanguardia,
los primeros que dejaron de publicar para ir a leer a lugares un poco anómalos.
No leían en las grandes casas ni en las veladas artísticas sino en una onda muy
militante, se iban a las fábricas. Tenían un gesto de perfopoesía militante,
muy valioso, muy clave en la historia. De hecho estoy haciendo una antología de
eso. Fueron los primeros que hicieron inserción artística en una radio, cinco
programas en la Radio Nacional ,
la radio pública del Ecuador. Entonces, un poco para sacarme esta decepción de
que no pasaba nada en términos sonoros en la lectura, dije: -“Hay que hacer el
disco de versiones”.
N.- Christian me dijo que vos decidías qué músico se encargaba de qué
poema.
F.- Hice un trabajo
muy minucioso de ver qué texto le calzaba a quién, en algunos casos como
productor yo me metí más, con otros menos pero creo que fue interesante.
N.- Maiguashca con Adoum es un par espectacular
F.- Creo que es bien
representativo porque es justo el rol que quiere jugar Oído Salvaje: generar un cruce entre dos lenguajes que estaba cada
uno en su lugar y, sobre todo, producir un dispositivo que sea accesible y lo
más masivo posible. Hemos hecho 2000 ejemplares, hemos repartido gratis como
800. Es un fracaso de ventas el disco. Yo he quedado muy endeudado. De hecho
tuve que aceptar un empleo para poder pagar las deudas. Hicimos una gira, Quito, Guayaquil, Cuenca, tres conciertos que
han sido como interesantes, algunos se pueden ver en youtube y fue un buen cierre que yo quería hacer. En términos de producción quería que
fuera muy variado y de hecho ahí estamos en el lindero con gente que está más
en una línea musical no tan experimental, hacia la locura total. Porque hay
gente que está entre que “compongo o no compongo, para qué compongo si nunca se
publica, si no lo van a tocar”. Esa es una pelea entre los compositores porque
nunca lo toca nadie. A nivel de gremio REDCE es una buena reivindicación, que se toque a los compositores ecuatorianos. Nadie los toca. Hay obras sin
estrenar.
N.- Del mejor compositor y gran crítico de la música contemporánea
argentina, su obra es casi inexistente en el sentido de haber sido tocada
alguna vez. Salvo por un par de esfuerzos personales. Ya falleció hace tiempo.
Se llamaba Juan Carlos Paz. Un tipo muy polémico. Fue el introductor del
dodecafonismo aquí en Argentina y ya hacia los '60 se había abierto hacia una
música de eventos más en la línea de Cage.
F.- Yo conozco gente
que está en esa tensión. Yo tenía un presupuesto muy bajo: ofrecía 200 dólares
para los que viven en Ecuador, 300 para
los que viven fuera. Y al final salió. Creo que es muy interesante haber
generado una entrada a la poesía ecuatoriana desde una línea más sonora y otra
estrictamente más textual. Con todo este anclaje formal del recital poético, de
la declamación, fue como que cayó muy bien. En términos de circulación lo hemos
metido donde hemos podido. Ahora lo estamos vendiendo a colegios secundarios porque
yo tengo la casa repleta de discos y ya no sé qué hacer. Mi hijo no tiene donde
jugar. Al asumir que es un fracaso comercial, porque lo pusimos en todas las
librerías, en todas las tiendas de discos y en un mall y se vende nada, se vende uno, dos, tres, hemos asumido que queremos que circule
y lo estamos entregando prácticamente gratis.
En la angustia de que
circule me inventé una microgira por pequeños barrios periféricos de Quito que
funcionó fantástica. Se llamaba “¿Qué es poesía?”. Y yo me iba un poco con esa
premisa, con una grabadora, un power
point y le decía a la gente: -“Bueno, y para usted qué es poesía. ¿Y usted
conoce algún escritor ecuatoriano?” -Sí, conozco por ahí…” -“Están estos y
también están estos compositores”. Y para la gente era un universo por
descubrir y eso ha funcionado muy bien. Y la gente preguntaba: -“¿Yo le puedo
copiar el disco?”. -“¡Por supuesto! Regálele a su hija, a su novio, a su
vecina”. Y se armó ahí una vida que no le habíamos pensado al proyecto. Me fui
como a doce barrios, así con una maletita a presentarlo y ha funcionado bien.
Ha tenido muy buenos comentarios pero es un fracaso económico total.
Afortunadamente tenía yo mi beca del Prince Claus que cubría para pagarle a la
fábrica que hizo los discos y ahora quedan unas pocas deudas pero creo que fue
un buen cierre.
Entonces entró esta
parte documental que es útil y que no entra en esa línea de bóveda ni
patrimonialista. Los patrimonios tienen sentido en tanto se oyen y se usan. Hay
allegada mucha gente del hip hop que está sampleando todo a ultranza y me
parece maravilloso. Fue un importante rapero al concierto de lanzamiento y me
dijo: -“Esta es la mina” y le dije: -“Toma, licencia para samplear”. Y están
haciendo otras cosas, otros usos que a muchos escritores les molesta. Ser
sampleado les parece una violación pero ya habían aceptado, porque legalmente
tuvimos que resolver la cesión de derechos de todos los músicos. Incluso en eso
es inédito porque no existe un antecedente de una publicación donde el término
de derechos de autor esté absolutamente legalizado, claro, todo el mundo tiene
un contrato y entonces fue generar un proyecto que también trabajaba en esa
línea. – “No, pero si a mí me publican en las antologías y ni me llaman”. Porque
hay mucha sensibilidad, hay todavía este lugar de la escritura donde no quieren
ser cortados ni fragmentados, peor sampleados, era una garantía que yo tenía
para poder hacerlo tranquilo. Fue un cierre interesante. Para el medio es muy
novedoso y ha funcionado bien y yo tenía pendiente, personalmente, terminar eso
y por fin lo logré. No sé si has oído todo el disco. A mí me encantaría que lo
comentes.
N.- Escuché partes. Pero sí, voy a comentarlo.
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