Un tal jazz
Pablo Ablanedo Octet. Alegría.
Fresh Sound
Otro argentino lejos del país. Hace años que Pablo Ablanedo se encuentra radicado en Boston. Como tantos otros, llegó en su momento para estudiar en el famoso Berklee College of Music. Y a juzgar por el inmenso trabajo que despliega en Alegría, debe haber sido un alumno aplicado. Pablo se encargó de escribir las partituras para cada uno de los instrumentos del octeto. El resultado es un excelente disco de jazz que apela a procedimientos compositivos clásicos y a una saludable preponderancia de ritmos folclóricos autóctonos.
Hay mérito en esta síntesis. Las líneas melódicas son claras y se graban en la memoria gracias a su repetición alternada por parte de los diversos instrumentos. El esquema de llamada y respuesta es típico de la tonalidad clásica, pero Ablanedo demuestra una asombrosa facilidad para construir cánones y contrapuntos que aprovechan la ductilidad tímbrica de los ejecutantes. La melancolía se adueña de los temas lentos. Aquellos más acelerados, en cambio, coquetean con ritmos tradicionales como la chacarera y el malambo.
Abunda el espacio para los solos y algunos son especialmente notables. Mención especial para el solo de violín de Jenny Scheinman en “Coral”, de una ductilidad y expresividad tan extraordinarias que lograría emocionar hasta a las rocas. Pero es en la perspectiva de conjunto donde sobresalen las composiciones. El ensamble suena realmente afiatado y el piano del propio Ablanedo jamás es intrusivo, despojado de toda pretensión de lucimiento personal.
Un experimento con el himno nacional argentino le concede al album la nota avant-garde. Ablanedo susurra sus dos primeros versos y Ernesto Klar los procesa en su laptop junto a su aliento y a su saliva. La repetición obsesiva de la palabra “libertad” adquiere un efecto ominoso, ayudada por la orquestación electrónica. No puedo sustraerme a la incómoda sensación de que ese supremo valor que el himno reitera con tanta vehemencia parece cada vez más lejano.
Por lo demás, Alegría trasunta desde el título cierto optimismo y un considerable fervor por la creación musical. Y debemos admitir que su entusiasmo es realmente contagioso.
Norberto Cambiasso
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