Friday, April 13, 2012

El Oído Salvaje: Entrevista a Fabiano Kueva (Parte 3)



N.- Estuve leyendo el libro de Mayra. La influencia parece venir de los estudios culturales, algunos de impronta fuertemente latinoamericana, y del postcolonialismo o decolonialismo, como lo llaman ustedes, la teoría postcolonial en general. Me pareció que  el blanco polémico eran las estrategias modernizadoras del desarrollismo en la región. Nosotros hemos tenido nuestra propia versión, en ese contexto se ha dado la experiencia del Instituto Di Tella.
Por un lado Mayra parece adoptar una posición del tipo: “nosotros somos quienes somos, obviamente tenemos una relación muy diferente con los centros globales de poder y una manera de asumir nuestro estatuto regional consiste en trabajar, por ejemplo, con bajas tecnologías.” Mayra cita los ejemplos del circuit bending de los colombianos AC y DC,  Romper la ley de Christian Proaño, que tuve ocasión de escuchar, y algunas cosas tuyas ligadas a grabaciones de campo. Pienso también en parte de lo que hizo Cristian Galarreta con el sello Aloardí, Paruro en particular. En términos de lo que es la apelación a las bajas tecnologías me preguntaba: ¿ se trata de una cuestión estrictamente ligada al medio que después se carga de contenido ideológico? La revolución digital permitió el abaratamiento de las tecnologías y que se desarrollaran este tipo de prácticas “low fi”, pero eso no ha ocurrido sólo en Latinoamérica, había especial fascinación en los Estados Unidos por eso. Me da la impresión, por lo que leí en el libro de Mayra, que eso marca una seña de identidad muy fuerte, una las posibilidades de trabajar aquí. Pienso en el caso de Paruro, que va al mercado famoso del mismo nombre en Lima y ensambla y desensambla instrumentos. Por lo que leí y escuché de AC y DC, me da la impresión de que es algo parecido.
Todo eso está muy bien pero por otro lado a la hora de sacar los proyectos inevitablemente es necesario algún tipo de financiamiento y muchas veces ese financiamiento viene de fundaciones del exterior. El Instituto Goethe es un caso. Creo que sacaron un proyecto Mano a Mano con la fundación  Príncipe Claus.
F.- El libro de Mayra es también Príncipe Claus.

N.- ¿Cómo hacen para articular esta especie de doble línea? Me ha parecido siempre un problema de la teoría postcolonial. Después de todo, Walter Mignolo es un profesor que  está en Duke, Homi Bhabha se ha vuelto célebre en el primer mundo.
F.- Yo no creo que el tema del medio sea constitutivo de articular un discurso crítico. Yo no creo en construir un sentido de bajas tecnologías como lugar…No creo que la potencialidad crítica resida en el medio. No creo en eso.

N.- Está bien, eso sería muy mcluhaniano.
F.- Yo creo que tú puedes ser potente con MAX/ MSP y con PD sobre todo ahora que se dinamizan mucho más las cosas

N.- Distintos medios pueden hacer cambiar la manera de mirar las cosas pero el medio no es el mensaje.
F.- Exactamente. A mí más que articularme desde la baja tecnología, cada día me gusta más el sentido de precariedad. Yo creo que más que construirse a partir de las bajas tecnologías, una discursividad crítica o un desmontaje de un relato hegemónico es desde la precariedad.
¿Y por qué me gusta más la precariedad? Porque la precariedad no habla del medio sino que habla de un lugar que no está constituido solamente por el medio o el dispositivo que usas. La precariedad implica un medio pero también una condición y una ubicación que a mí me interesa mucho. Yo puedo usar bending hecho con deshechos industriales del desarrollismo pero esa práctica está situada en un lugar específico y creo ahí esas otras capas que son un poco a las que apela Mayra, de bajas tecnologías. A mí me gusta más el sentido de precariedad porque digamos que Oído Salvaje tiene dos líneas de pensar el proceso, una es estudios sonoros, que es la línea de ella, muy direccionada a los centros culturales, al proyecto modernidad, colonialidad y decolonialidad. Y mi línea que es la Política de Cables que tiene que ver más con lo indisciplinado si se quiere. Porque ella está haciendo un circuito muy de la academia, de la ponencia, de la cátedra magistral y yo estoy más…

N.- En hacer bulla, como diría Christian Proaño
F.- Viendo qué pasa, dónde están los hot pots nuevos, las músicas que nos interesan.

N.- Yo lo enfocaba en lo que para mí era la tesis fuerte de Mayra en el último capítulo del libro. Hay otra cosa que yo le reconozco al Oído Salvaje y que va por un lado distinto, que tiene que ver con la vinculación comunitaria continua. El hecho de que hay una cantidad considerable de experiencias comunitarias como Laboratorio Iquitos. No estoy hablando de lo que es legítimo o no porque todas las estrategias pueden ser legítimas, pero me parece que dentro del discurso que asume cierto tipo de identidad regional, cierta clase de relaciones comunitarias constituyen un camino más fácil de defender en términos teóricos.
F.- Exacto. Yo prefiero pensarlo como una cosa que nos constituye y en eso creo que sí, que toda la línea decolonial puede ser interesante. Hay dos sentidos que nos constituyen para mí. El sentido de la precariedad y el sentido de comunidad. Nosotros hemos partido de no pensar en la comunidad como un más allá, ir al barrio, ir al campo o ir a la selva sino en empezar a generar un sentido de comunidad entre los que hacemos prácticas sonoras, que no somos miles. Seremos unos 20 más cercanos que son con los que mejor nos entendemos. Es como generar un principio de comunidad al interior de la comunidad del arte sonoro. Y ahí empezamos a tener una política de estar con la antena bien puesta, a ver qué pasa, incluir emergentes, generar un sentido de comunidad al interior de las prácticas que nos permitan posicionar esos conceptos que luego nos permiten trabajar en comunidades más ampliadas o desplazarnos. Eso lo tuvimos en la Feria de Arte Contemporáneo de Bogotá que era como generar una plataforma comunitaria pero con artistas….

N.- Leí en tu declaración de principios de política de cables. “Política de cables es una manera de resistir y atentar contra los sistemas basados en la exclusión social y la jerarquización discursiva…la mejor manera de ser disidente es ser disonante”.
Me parece que la exclusión social y la jerarquización discursiva son dos cosas muy diferentes. A veces en la academia hay una tendencia, por influencia quizás del discurso del postestructuralismo francés y cosas por el estilo, a obsesionarse demasiado por la jerarquización discursiva y perder de vista la exclusión social, un poco como sucede en las “cultural wars” de los campus norteamericanos. Me parece que en cierto tipo de teoría postcolonial también a veces se comete ese error. Es una percepción personal. A mí lo que me preocupa es eso: que uno sea políticamente correcto y ya no le diga más "nigger" a un negro porque si no tiene un enorme problema en el campus universitario no cambia en absoluto el proceso de exclusión en el que los guetos negros se encuentran todavía hoy. Eso me parece el peligro desde la academia: está excesivamente enamorada del discurso y muy preocupada por deconstruir la jerarquía discursiva pero poco conectada con la realidad de la exclusión social.
F.- Yo estoy completamente fuera de la academia, yo ni siquiera terminé la universidad y Mayra ya es PHD. Yo cuando planteo esos ejes lo hago como un entrecomillas, un asterisco y signos de interrogación porque precisamente en esa experiencia de pensamiento y piel es donde está el punto crítico y a mí me interesa desde que yo como sujeto, como individualidad me ubico un poco ahí, yo estoy moviéndome en unos nodos, en unas estructuras donde ciertas prácticas tienen una valoración que otras no tienen. Simplemente ahora en la academia está muy de moda hablar del discurso de los saberes. Como ya no hay saberes especializados supuestamente se reivindican los saberes en general pero al momento de la práctica tú ves que la academia es muy poco permeable a eso.
Los saberes que no son saberes oficiales y son saberes especializados pueden transitar por ahí pero no contaminan en absoluto porque en el momento en que la academia se estructura o genera unos espacios o unos proyectos sigue anclada en la otra estructura. A mí me parece interesante porque voy metiendo cosas y creo que en eso sí son como que tengo unos puntos de coincidencia con Mayra aunque el tipo de práctica que llevamos es completamente distinta. Yo estoy en la calle, en los okupas y el ruido por ahí, Christian y esa mezcla de bending y marihuana, que a mí me parece súper encantadora. Creo que la opción es que hay un proyecto que creo que puede plantear que tiene que haber una piel y eso creo que nos distancia un poquito de la red de compositores que se articuló ahora, donde se discuten temas de festivales, de partituras, se discuten una serie de cosas que me parecen interesantes a nivel gremial.

N.- Pero son estrictamente profesionales. Lo interesante justamente es el momento en que Cage, por ejemplo, piensa y dice: -“en lugar de discutir eso discutamos el problema de la audiencia. Quién escucha, cómo se escucha, cómo hacemos el desplazamiento para que las personas puedan acceder a la música sin tener que ser especialistas en la notación de una partitura”.
F.- La red de compositores se volvió un gremio, yo ya recibo sus emails, recibo sus cosas pero no tengo nada que ver. Es muy difícil decirle a un núcleo de 20 o 30 compositores: “ya no estamos en onda de reeducar a nadie y que nadie nos reeduque.”
Entonces es ese tipo de documento del que he hecho uso muy seguido porque no me gusta escribir, me gusta más grabar y ésa es una discusión muy interesante que tengo con mi colega Mayra. Yo creo que hay cierta reivindicación de por ejemplo la experiencia de transmisión, es una experiencia de reflexión y el desplazamiento o la traducción de una discursividad crítica al registro grabado tiene que ser reconocido. Si la academia está hablando tanto de interdisciplinariedad, de traducción, de saberes, de prácticas diversas, por qué les cuesta tanto reconocer que un disco es como un libro. Ese es un status que a mí me cuesta muchísimo discutir en la academia.
Tuve un problema muy puntual en una universidad. Este disco mío de UIO - GYE, el proyecto final era hacer 10 discos pero yo hice una versión de un disco. Una estudiante me dice: -“sí, todos tenemos tu disco porque lo trajo alguien y lo estamos copiando”. Y yo le digo: -“Ah! Qué bueno ¿y qué profesor es?” y me dice:-“Guillermo, un gran historiador, nos lo dio y como está bueno todos lo copiamos”. Entonces yo le escribo y le digo que me parece estupendo que lo usen y que se discuta y me encantaría saber qué dicen, cómo lo discuten, qué lugar tiene, pero sobretodo me parece que la universidad debería tener un sistema de decisiones para estos registros tal como tiene de libros. Le digo: -“Mire, yo tengo todo este fondo de publicaciones en disco que tiene el mismo status de libros”. Pero para los académicos, para muchos en el Ecuador, el disco tiene status de disco no más y el libro es un libro. De alguna manera el manifiesto ese apunta hacia ahí, hacia pensar porqué el registro sonoro tiene un status y el libro tiene otro, porqué recurren a la obra gráfica, impresa para legitimar una idea o legitimar una discusión o un debate. Porque yo estoy en la calle y ahí me invitan a que vaya a dar clase. Legalmente yo no puedo dar clase. Ni siquiera tengo licenciatura. Pero por esas magias del currículo…

N.- Yo estoy en una situación similar y he dado clases hasta de doctorado y hace 25 años que doy clases. Mi situación hizo que tenga un pie en la academia y el otro pie esté mirando desconfiadamente a mi primer pie académico.
F.- Creo que esa es como una actitud sana. Porque ahora nosotros tenemos un furor académico excesivamente pasional en Ecuador. Tenemos una nueva ley de educación que da 5 años para que todos los profesores de la universidades tengan doctorado. Todo lo demás automáticamente se deshecha.

N.- Eso es terrible.
F.- En una academia que reivindica los saberes y las prácticas es lo más neoliberal que hemos tenido.

N.- Es asumir que lo único que importa es la industria del título.
F.- Eso no ocurre ni en Estados Unidos que es la flor del mercado.

N.- A los grandes intelectuales de acá (que no son muchos y la mayoría ya están muertos) ni se les ocurría hacer un doctorado, es toda gente de 60 años para arriba. No existía esa industria. Un pibe de 25 años publica doce papers por año y ya está haciendo postdoctorado porque se crió…
F.- En ese mercado, ¿no?

N.- Eso no lo hace mejor que el tipo que estudió toda su vida.
Volviendo a tu pregunta sobre la dicotomía postura geopolítica vs. financiamiento global: ese tema es inevitable y aparentemente irresoluble. Nosotros hemos optado por creer y estructurar un tercer espacio de gestión que salta la brecha de si eres "subvencionalista" "corporativo" o "ONG-ero". Nuestra economía se alimenta de todas las vertientes ya que sin esa estrategia múltiple es imposible trabajar, pero lo que hemos querido es que a pesar del origen de los fondos (hemos trabajado en coproducción con el estado, con becas internacionales y auspicios públicos, auspicios privados no hemos recibido nunca en 15 años), no se nos imponga una agenda preconcebida, un temario, una funcionalidad o un partidismo. De hecho lo que hacemos es alternar esos "socios" y si el proyecto actual es vía apoyo estatal, procuramos que el próximo sea por beca. Esa alternancia nos permite recuperar distancia y manejar un campo de negociación más efectivo y autónomo (entendiendo autonomía como manejo de contenidos y no como autosuficiencia económica).

1 comment:

djfrazco said...

Se puso muy jugoso!!!!