Sunday, July 04, 2004

La eterna juventud (sónica)

 
Foto: Sonic Youth en Irving Plaza, NYC
Noviembre de 2002.  (c) Ivan Daguer

1- Nuevo disco de Sonic Youth Sonic Nurse (Geffen, 2004)- y la vieja polémica que renace. Los críticos desempolvan sus laptops y reinician la interminable disputa: ¿qué lugar ocupa el flamante álbum en el canon de la banda?, ¿es mejor o peor que el Murray Street de hace dos años?, ¿está a la altura del Daydream Nation?, ¿qué debemos esperar del grupo en el futuro?, ¿persiste su costado experimental?, ¿o se trata de un retorno al sonido sedado de los tempranos ´90?, ¿cuál es la proporción de feedback?, ¿qué pasa con las melodías?, ¿cuán accesible es Nurse?, ¿quién compuso el mejor tema? Y así hasta el hartazgo. Cuestiones parecidas que, por sí solas, podrían llenar (y llenan) cientos de páginas, impresas y virtuales.
Y está bien que así sea. Que la banda disfrute de esas interpretaciones sin fin que, para Borges, caracterizaban el estatuto de los clásicos. Justamente por eso, se ha vuelto cada vez más difícil escribir sobre Sonic Youth. ¿Qué agregar que no haya sido dicho ya?, ¿cómo aportar algo que no esté ligado a la arbitrariedad del gusto?.
Podrá sonar paradójico, pero los ríos de tinta (a los que contribuirá este post) dilapidados sobre el grupo de mayor visibilidad en el universo musical alternativo de nuestros días han terminado por volverlo ligeramente inasequible. Quiero decir, allí están ellos. Allí, la evidencia de su música. Y uno no puede sustraerse a la incómoda sensación de que se sonríen burlones mientras nos preguntan –“¿qué están ustedes dispuestos a hacer con semejante evidencia?” Y alcanza para sentirnos como el delincuente que ha sido agarrado in fraganti.

2- Sonic Youth es hoy una institución. Y como todas las instituciones, obliga a preguntarnos que estamos dispuestos a hacer con ella. Al menos si queremos seguir siendo protagonistas de nuestras vidas. Si no queremos relegarlas en esos sistemas de reglas cada vez más complejos que se empeñan en dirigirnos. Pero las reglas que rigen la institución sónica no son fijas, y tal vez allí radique el secreto de su supervivencia.
Y otra vez se cuela la paradoja. Sonic Youth cambia para seguir siendo ellos mismos. Y nuestras preocupaciones se desplazan. De repente, importa menos el lugar de Nurse en el canon de la banda que el de la banda en el canon del rock (y de la música en general).
También sobre esto se ha escrito largo y tendido, siempre desde la misma perspectiva: ¿ha quedado SY desfasado ante los grupos nuevos que los toman como inspiración o aún se las ingenian para mantener encendida la llama sagrada? La respuesta sólo puede consistir en lo que dictamine el gusto, las preferencias por su vertiente experimental o su costado pop, por las disonancias o las melodías. La pregunta, en cambio, revela un supuesto discutible: la idea de que la innovación es la medida de toda evolución o desarrollo.
Perspectiva que no basta para solucionar una inquietud: ¿por qué, con decenas de discos apilados que todavía no llego ni a abrir, me encuentro escuchando Nurse una y otra y otra vez? ¿Serán esas reminiscencias de lo mejor del Horses de Patti Smith que me parece oir en “Pattern Recognition”, la sencillez efectiva pero a buen recaudo de cualquier gesto efectista de “Unmade Bed”, esos riffs de guitarra que recuerdan aquí y allá a Television o a Neil Young o al primer Fleetwood Mac, la disonancia free de “Kim Gordon”, los acordes instrumentales que introducen “Stones”, el placer del reconocimiento en los diálogos de guitarras, quizás más subrepticios que de costumbre, la melodía pegadiza y entrañable de “New Hampshire”?
Apenas un catálogo personal. Cada oyente tendrá el suyo. Pero es esa flexibilidad, tan contraria a las vocaciones institucionalizadas, esa capacidad para moverse por territorios sonoros inconciliables en apariencia sin renunciar jamás al sello propio, lo que los convierte en ejemplares, lo que, en definitiva, los vuelve clásicos.

3- Y entonces sospechamos que Sonic Nurse es un gran disco. En una época donde la búsqueda de la innovación se ha vuelto moneda corriente, ellos andan preocupados por obtener un nuevo equilibrio. Y vaya si lo logran. Nurse es accesible sin claudicaciones. Y es también endiabladamente tramposo. Porque la tersura llana de sus melodías, la voluntad de dosificar las disonancias y confinarlas a fragmentos específicos, oculta un intercambio de cuerdas tan sutil como en sus mejores tiempos. Porque la relación entre noise y pop es de una proporción tan perfecta que habla maravillas de esta mesura, de esta nueva sensatez que el grupo parece haber encontrado.
Se puede envejecer con gracia, con resentimiento, con ligereza o con temor, en fin, con todas las sensaciones que son propias de nuestra imperfecta condición humana. Pero si se lo hace con sabiduría, habrá más esperanzas de que nuestros días no hayan sido en vano.
En eso consiste el elixir de la eterna juventud (sónica).

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