Basil Kirchin es un genio. Como recompensa, este mundo ingrato lo condenó a la sombra durante los últimos treinta años. Hay indicios de que semejante situación comienza a cambiar. Alan Licht publicó un artículo sobre Kirchin en el número de Enero de la revista The Wire. Corre el rumor de que Jim O´Rourke pagó mil dólares por una copia de Worlds within Worlds (1971), su inhallable obra maestra. El grupo Broadcast lo cita entre sus influencias en su reciente Ha Ha Sound y Drew Daniel, la mitad del merecidamente promocionado dúo Matmos, considera a Worlds entre los mejores discos de música concreta. De su abundante cosecha de soundtracks, el sello Perseverance acaba de editar el más famoso, The Abominable Dr. Phibes, con el gran Vincent Price como protagonista. Y Trunk anuncia lo propio para este mes con States of Mind y Charcoal Sketches.
En el pasado sólo unas pocas voces se alzaron en su defensa. Rudolph Grey le dedicó su tema “Flaming Angels” en 1990, un cuarteto de furioso free jazz-rock que contaba entre sus miembros con Rashied Alí y con el propio Licht. Steven Stapleton lo incluyó en la legendaria lista de música experimental que venía con el primer LP de Nurse with Wound en 1979. Y Brian Eno quedó tan extasiado ante la aparición del primer Worlds que incluso llegó a “tomar prestada” alguna línea melódica para su Here Comes the Warm Jets (1973).
Pero el disparador de este interés redivivo por la obra del ignoto compositor británico ha sido la edición de Quantum en el 2003. Una mezcla superior del lado A de Worlds within Worlds (parts 1 & 2), según dicen quienes tuvieron la fortuna de escuchar aquel disco mítico.
En la primera parte del álbum, la voz de su mujer Esther recita: “You wait and see/ something special will come from me”. Y realmente, lo que aquí acontece es tan indescriptible como extraordinario: duetos entre saxo (cortesía de Evan Parker) y los graznidos de un ganso, o entre guitarra eléctrica (que resultó ser la del Spiders from Mars Mick Ronson) y los sonidos de chicos autistas de un poblado suizo. Hay drones, melodías melancólicas como de organillo, sonidos de pájaros e insectos, la respiración circular del saxo de Parker, contrabajo tocado con arco (el de Daryl Runswick) y celebridades de la escena de improvisación inglesa como Kenny Wheeler, Graham Lyons y, presumiblemente, Derek Bailey (participó de las sesiones originales en 1971).
Quantum es una mezcla sin precedentes de música concreta, improvisación libre, grabaciones de campo y composición clásica. Está construido en secciones que se enlazan a través de un principio de asociación que recuerda a las correspondencias de Baudelaire. El mundo como una gigantesca caja de resonancias donde cada sonido cuenta. Kirchin revoluciona la concepción de los armónicos, al relacionar a través de la manipulación de cintas sonidos orgánicos (los de la naturaleza) e inorgánicos (los de los diferentes instrumentos) de manera hasta ahora insuperable en la historia de la música concreta y de la composición contemporánea en general.
Las consecuencias de este gigantesco trabajo lo convierten en el compositor más prodigioso y menos reconocido de esta época desleal. Quantum nos enseña a escuchar el mundo con otros oídos, a percibir sus relaciones con una profundidad casi piadosa, a restituir una comunicación interrumpida hace siglos entre el hombre y su entorno, entre la cultura y la naturaleza. Que nada tiene que ver con la religión o con la ecología. Se trata más bien de apreciar lo que nos rodea y de descubrir las conexiones ocultas entre la multitud de seres y cosas que conforman el universo. Según comenta el propio Kirchin, “es como descubrir una nueva fuente de energía para el planeta, como el gas o la electricidad”.
Hasta donde sé, nadie, desde John Cage en los ´50, había vuelto a renovar de esa forma nuestra capacidad de aprehender el mundo a través de los sonidos. Si creen que exagero, por favor, consíganse una copia de Quantum.
Basil Kirchin empezó tocando en Big Bands junto a su padre Ivor en la década del ´40. Sus dos obras maestras se llaman Worlds within Worlds (partes 1 y 2, 3 y 4 respectivamente) y fueron editadas por Columbia. Si alguien en el mundo ancho y ajeno atesora estos discos y puede hacerme una copia, favor de escribir a esculpiendo@yahoo.com Ha hecho numerosas grabaciones de archivo y bandas de sonido, entre otras Negatives (1968) con Glenda Jackson, I Start Counting (1969) y The Mutations (1973) con Donald Pleasance en el rol de un científico loco que cruza seres humanos con plantas utilizando a sus estudiantes como conejillos de indias.
Norberto Cambiasso
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