Puesto que aún no hay comments, transcribo una de las cartas que llegaron a la redacción y que disiente con un posteo reciente.
Sobre Douglas y newyorkers
Tengo la impresión de que la reseña sobre el concierto de Dave Douglas en el Vanguard está teñida de ciertos prejuicios respecto de la audiencia, que inevitablemente se han trasladado a la opinión sobre la música.
No puedo opinar sobre esa presentación. Sí puedo testimoniar sobre el estupendo concierto que Douglas ofreció junto al pianista Misha Mengelberg hace unos años en La Trastienda, de Buenos Aires. Y Strange Liberation me parece un intento saludable, que acaso no esté a la altura de la mejor producción de Douglas, pero que supera a sus dos anteriores trabajos.
Es posible coincidir con la postura de que el mejor jazz de hoy no se hace en Nueva York, ni en el resto de Estados Unidos. Europa lleva hoy la vanguardia, con músicos como Enrico Pieranunzi, Rava, Fresu, Giovanni Trovesi, Jean Michel Pilc, el sueco Esbjorn Svensson o Michel Portal.
Pero de lo que sobrevuela en Nueva York acaso Douglas sea lo más decente. Seguramente ni él, ni Frisell, ni Caine tengan el espíritu de la vieja Knitting Factory, pero en fin, los tiempos cambian, los músicos evolucionan y tampoco se ve hoy en el rock el espíritu de la Velvet o la creatividad de Frank Zappa.
El Village Vanguard no merece ser aporreado porque sirva de refugio a clase media blanca neoyorquina. Al fin de cuentas Blue Note fue comprado por los japoneses y ya no se puede ir allí sin apretujarse con decenas de turistas que se duermen a los 10 minutos de iniciado el espectáculo y sin pagar menos de 100 dólares la noche.
Démosle algo más de crédito a Douglas, al menos hasta que vuelva a la Argentina, lo cual parece que ocurrirá en mayo. Dicen que vendría con un DJ. Si así fuera, no merecerá compasión.
Eduardo De Simone
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